A la muerte de Algirdas la situación política en Lituania se desestabilizó, siendo sucedido por su hijo Jogaila, quien pactó con los Caballeros Teutónicos que no ayudaría a su viejo tío Kestutis si era atacado por estos, a cambio de que ellos a su vez no apoyaran a sus propios hermanos y aliados moscovitas que cuestionaban su título.

A continuación se desarrollo una compleja guerra civil en la que ambos contendientes alternaron enfrentamientos directos con periodos de alianza contra la Orden Teutónica, quienes a su vez apoyaron alternativamente a uno u otro bando. Jogaila consiguió concertar matrimonio con Eduviges I de Polonia, hermana de Luis I de Hungría y sobrina-nieta de Casimiro III de Polonia, tomando el nombre de Vladislao II Jagellón, lo cual reforzó su posición de forma determinante. Sin embargo, la propia presión de la nobleza polaca para que renunciara a sus aspiraciones lituanas y se centrara en gobernar en Polonia, en pleno proceso de evangelización y con incesantes amenazas en la frontera teutónica, hizo que Jogaila renunciara a controlar plenamente Lituania, dejando vía libre a Vitautas para hacerse con el trono, aunque sometido al vasallaje del rey polaco.

La campaña dirigida por Vitautas el Grande siguió el curso del río Vorslka, un afluente del Dniéper, adentrándose en territorio ucraniano. En las cercanías de Poltava, prácticamente en el mismo escenario donde tres siglos después se desarrollaría una de las más importantes batallas de la Gran Guerra del Norte (ya hablaremos de ella porque participó también en la misma un Grande), se encontraron los ejércitos cristiano y pagano, compensando estos últimos su falta de fe con una gran astucia. En primer lugar, el kan tártaro Temür Qutlugh engañó a Vitautas para concertar un alto el fuego con el que simplemente obtuvo la llegada de más refuerzos y, posteriormente, lo volvió a engañar simulando una clásica retirada mongol en la que el impetuoso Vitautas calló engañado. Cuando los lituanos avanzaron para perseguir a los tártaros en retirada, éstos volvieron grupas y realizaron una maniobra envolvente creando el caos y la confusión entre los cristianos. La escabechina fue memorable, escapando Vitautas por los pelos, no así decenas de sus nobles. Los tártaros recuperaron el territorio perdido y saquearon a gusto el este de Lituania, donde diversas regiones vasallas se alzaron contra el Ducado de Lituania.
Vitautas tuvo entonces que ser más conservador y afianzar su alianza con Polonia para asegurar su frontera oeste, limitándose a sofocar los alzamientos en el sur, frenar a los moscovitas del este, y enfrentarse en el norte a la Orden Teutónica coaligado con los polacos.

Unos años después de esta batalla, la posición del rey Vladislao II Jagellón se debilitó ostensiblemente. Por un lado, falleció la reina Eduviges, por cuyo matrimonio ostentaba la corona el monarca polaco, ganando fuerza los nobles que se oponían a que continuara ejerciendo el poder. Por otro lado, la alianza de su cuñado el emperador Segismundo de Luxemburgo con la Orden Teutónica, dio un respiro a estos caballeros y supuso una importante amenaza exterior para Polonia. Para contrarrestar estas tensiones, Vladislao II Jagallón concedió amplios privilegios a la nobleza polaca y apoyó las revueltas husitas en Bohemia, aunque el gran beneficiado de todo esto fue el lituano Vitautas quien consiguió aumentar su autonomía política respecto a Polonia, firmando acuerdos bilaterales en igualdad de condiciones, y con el tiempo llegó a recibir el título de rey otorgado por el emperador Segismundo. Lamentablemente no llegó a ceñir la corona, pues ésta fue interceptada por nobles polacos mientras la trasladaban y la segunda corona que fue enviada llegó días después del fallecimiento de Vitautas. En esta última fase de su reinado Vitautas el Grande organizó Lituana como un estado centralizado apoyado en una poderosa nobleza afín e introdujo numerosas reformas que quedaron algo desdibujadas con la guerra civil que siguió a su muerte.
