ESCENARIO.
Finales de la Tercera Edad (T.E.), último siglo del tercer milenio.
Ubicación: restos del antiguo y desaparecido reino de
Rhudaur, escisión de Arnor.
Se trata de un país accidentado y
agreste ubicado en las estribaciones occidentales de las Montañas
Nubladas, principalmente el bosque de los Trolls y a su alrededor
zonas de llanuras y páramos despoblados salpicados de regiones de
agrestes y algunas colinas ricas en cobre. Los nativos dunlendinos lo
llaman la "tierra del rugiente oro rojo" en su dunael
natal.
Hace pocos lustros del Feroz Invierno
en el que se congeló el Baraduin y los Lobos Blancos invadieron todo
Eriador desde el Norte incluyendo el territorio que nos ocupa, así
como hace años también de las Grandes Inundaciones que devastaron las tierras del
antiguo reino de Cardolan y llevaron a la ruina y decadencia
progresiva a la ciudad sureña de Tharbad que se encuentra en su
momento más declive.
Los restos de Arnor son presa del
pillaje de orcos, lobos y trolls de forma habitual, siendo una tierra
hostil y despiadada en la que los Hombres subsisten y malviven como
pueden.
La Rhudaur del último siglo del tercer
milenio de la Tercera Edad es un territorio asalvajado y casi
desierto de población. Desde la caída de Angmar un milenio antes
(1975T.E.), quedó pobremente deshabitado. Ya mucho antes los
montañeses locales habían expulsado del trono a los Dúnedain con
intrigas y violencia, siendo su realeza una mezcla de sangres
mestizas y semillero de traiciones. Antaño existió un Consejo
Regente de Rhudaur cuya función era de órgano meramente consultivo
para el rey, con potestad para nombrar a este en momentos de
problemas en la línea sucesoria. Su constitución fue en 861 TE para
coronar al rey Aladrión y consumar la escisión de Arnor. Su lugar
de reunión tradicional fue Cameth Brin según las canciones. Este Consejo se extinguió con la desaparición del reino.
Con el paso de los siglos la zona se ha
despoblado salvo por granjas dispersas de dunlendinos dedicados al
pastoreo y la caza en los bosques, junto con algunos otros pobladores
de origen norteño que se conocen vulgarmente como eriadorianos.
Persisten algunas aldeas en las que se pueden encontrar algunos
mercaderes de paso y algunos artesanos. Las ruinas de las Torres Faro
así como de cualquier otro bastión de antaño están deshabitadas
salvo por espíritus condenados y maldiciones. Los últimos medianos
Fuertes hace mucho que abandonaron estas tierras, si bien puede
quedar alguna familia escondida. De los Dúnedain solo queda un
legado de leyendas difusas que nadie se ocupa de desmentir o
corroborar. Muchos son los que claman tener su sangre entre sus
ancestros, aunque con un marcado orgullo de su mestizaje local.
En medio de ese declive y penuria se
han producido de forma extraordinaria un ligero resurgir de algunos
de esos clanes tribales de montañeses los cuales han prosperado lo
suficiente para que sus líderes se conviertan en verdaderos señores
cuasi-feudales. Inicialmente se produjeron disputas que solo
ocasionaron más muerte y destrucción. Sin embargo se ha llegado a
un estatus quo entre las facciones que han llevado al resurgimiento
de la idea de la necesidad de un Consejo Regente o Elector como el de
antaño. Como sus legendarios predecesores, sus egregios miembros
electores pretenderán a su vez granjearse cierta influencia sobre el
futuro nuevo rey del Norte.
Se dice que el legítimo Rey del Norte
será aquel que encuentre las tres reliquias del Trono de Rhudaur,
dispersas por su territorio largo tiempo ha. Este método, aunque
supersticioso, tiene la gran ventaja de que ahorrará al resurgente
pueblo de Rhudaur un baño sangriento y fratricida de disputa civil.