jueves, 25 de agosto de 2011
Drones en combate: Libia
Lo más destacable no es que los rebeldes hayan dispuesto de este cacharro, lo más destacado es que señalan que HASTA los rebeldes son capaces de manejarlo porque se controla no con un joystick, sino con una pantalla táctil en la que se marcan itinerarios.
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armas,
la fijación friki con los robots y mechas
ORCOS, de Stan Nicholls.

Personalmente, es un libro que me ha entretenido pero que recomiendo con ciertos matices. En primer lugar, no esperéis un pedazo de novela que marque un antes y un después en vuestra concepción del mundo de fantasía, entre otras cosas, porque como escritor Stan Nicholls es un poquito limitado. Creo que esto es lo más importante que hay que tener en cuenta, hay que acercarse a esta novela sin prejuicios, sin ganas de descubrir en ella cosas que no tiene, sin la necesidad de hacer comparaciones y, en definitiva, sin grandes expectativas. Considero que gran parte de las críticas negativas que he leído sobre esta novela son excesivas por el simple hecho de que quienes la critican quizás la sobrevaloraron antes de leerla. No puedes acercarte a este libro pensando que vas a leer el libro que Tolkien hizo sobre los orcos porque te decepcionará: ni lo es, ni es lo que el autor pretendía, ni creo si quiera que pudiera intentarlo.
Desde el punto de vista del estilo, Nicholls usa un lenguaje sencillo y directo. No se enrolla en la psicología de los personajes ni en la recreación de la ambientación, y opta por el uso de diálogos cortos y descripciones breves. Estas limitaciones no entorpecen la lectura porque el escritor utiliza arquetipos de personajes y ubicaciones típicas de un mundo de fantasía, con lo cual lo que él no aporta ya lo ponemos nosotros.

Para lectores noveles esto está bien, facilita la lectura, aunque para lectores más refinados pues puede resultar una lectura algo flojita. No es Umberto Eco el tipo, vamos, pero nos vamos a calzar una novela que se llama Orcos, tampoco seamos sibaritas.
En cuanto al mundo que nos presenta, da la sensación de que antes de ponerse a escribir Stan Nicholls hizo una lista de “bichos raros mitológicos y de fantasía que me suenan” y los fue metiendo a todos en el mismo saco con ganas de no olvidarse ni uno. El resultado es que nos termina describiendo un mundo que parece pequeño, ya que su intención es que ninguna de estas criaturas quede fuera de su historia y necesita separar sus ambientaciones pero no demasiado, con el fin de llevar a los protagonistas de un lado a otro con facilidad. Lo que parece un mundo de fantasía el uso, tamaño continente o así, da una apariencia al final de provincia superpoblada.
Dentro de este micromundo de fantasía, el autor sitúa también a los cabroncetes humanos, en plan malos de la película, y lo enmarca todo en una guerra de religión, donde básicamente quedan de un lado las criaturas de fantasía politeístas, en franca decadencia, y de otro los fanáticos humanos monoteístas, pujantes y en expansión. Con gran simplicidad argumentativa, el escenario es claramente de buenos y malos, blanco o negro, sin que haya sitio para los grises.
Los orcos que Nicholls nos presenta son civilizados al estilo de Restalion, el mundo de fantasía creado por Joe Peres; lo siento para los que no pudieron disfrutarlo, pero basta señalar que esto de los orcos como refinados protagonistas o pjs grotescos no es nuevo para cualquier rolero con espolones que se precie.

El autor tampoco trabaja la trama ni se preocupa mucho de fundamentarla, se le ha ocurrido un principio y un final de la historia y se dedica a mandar a sus protagonistas dando tumbos por la novela creando situaciones en ocasiones toscas e inverosímiles, con tal de que los orcos lleguen donde tienen que llegar. Las cosas pasan porque tienen que pasar, que para eso el Scatérgoris es suyo.
El planteamiento inicial de que una cuadrilla de orcos mete un patón e inicia una huida hacia adelante para salir del atolladero y, en lugar de eso, lo que consiguen es meterse en un follón cada vez más gordo, es simpático e invita a la lectura. Sin embargo, la historia va perdiendo fuelle a medida que pasan las páginas y Nicholls plantea, sin mucha gracia, que en realidad lo que estás leyendo no son los apuros de un grupo de orcos por salvar el cuello, sino la búsqueda de unos objetos místicos que pueden salvar el decadente mundo de parque temático de fantasía que te ha presentado, para además intentar dar un final con sorpresa descafeinada.
Pero no todo es malo en esta novela Orcos, repito que a mí me ha entretenido, y ello es principalmente porque el escritor al menos se dedica a poner a los personajes a dar palos de forma constante y amena, lo que implica mucha acción. La novela sigue el esquema siguiente: los orcos tienen un combate, luego se mueven, tienen otro combate, van a otro sitio, pelean otra vez, quieren ir a otro lado pero a mitad de camino los atacan, cuando llegan a otro sitio de nuevo a luchar, y así toda la novela combate va combate viene. Son páginas de acción entretenidas a las que cabe criticar, eso sí, que al escritor le gustan tanto sus personajes que los convierte en prácticamente invencibles, con lo que los combates del final ya no tienen ni la mitad de interés que los del principio: a base de ver a los orcos macizando gente por todos sitios, sin llevarse un triste rasguño, pues la cosa pierde gracia.

En definitiva, creo que Orcos es un libro que puede recomendarse para frikazos jóvenes, de los de camiseta negra y espinillas, tal como los describiría Nicholls con sus clichés, cuyo grado de lectura esté a nivel Dragonlance y cuyo tiempo de juego no esté limitado aún por cargas familiares (envidia, sal de mí). Al fin y al cabo se puede describir como una partidita de rol novelada en la que hay un master magnánimo que quiere contar la historia que ha preparado a toda costa, jugándola con personajes novatos poco resolutivos, y en la que todos están encantados de tirar dados en combates, ya sean necesarios o no. Para veteranos recomiendo la novela sólo como puro entretenimiento, para cuando no tengáis nada mejor a mano, sin más pretensiones. A Qrolpater, sin embargo, se la recomiendo encarecidamente, a ver si le revuelve algo las tripas en plan “esto yo lo haría de este modo” o “esto quedaría mejor así”, a ver si de una vez nos vamos de viaje a la Tierra Media: Postapocalipsis toca a su fin, el Refugio se agota, nuestro futuro está en la Primera Edad.
Y para terminar os comento el porqué he leído la novela y el porqué me apetece recomendarla, a pesar de lo limitada que la considero: me la ha recomendado mi padre. A sus sesenta primaveras, lector profesional de los de novela por semana, la única persona que conozco que se ha leído los Episodios Nacionales de Galdós. Después de años de escucharlo criticarme por “irme a jugar a los muñequitos esos”, que es como mi padre conoce el rol, resulta que viene el tío y me pone un libraco de ochocientas páginas en la mano que se llama Orcos, diciéndome: “toma, nene, a mí me ha entretenido, no paran de dar palos”. Con dos cojones.

lunes, 22 de agosto de 2011
Super 8
El otro día pude ver Super 8, la nueva peli de Spielberg que no es de Spielberg pero que parece de Spielberg aunque la haya dirigido el tío que hizo Perdidos.
Como resumen me parece suficiente lo que he dicho pero creo que puedo añadir un par de pinceladas.
Para empezar, creo que sé como convencieron a Spielberg para entrar en el proyecto. La película tiene un aire a "The Goonies meet District 9" más el primo de zumosol rabioso de E.T. cruzado cone el humo negro de Perdidos. Por ahí dicen que tiene que ver con "encuentros en la tercera fase" pero no le he encontrado mucho parecido, sinceramente. Aquellos que hayáis visto Taken (también de Spielberg) tal vez tengáis un ligero deja vú muy impreciso también. Seguro que hay más analogías descaradas que se me escapan ahora. Está repleta de guiños entre líneas para los cinéfilos mientras el discurso principal es perfectamente accesible al gran público sin que por ello estos últimos tengan que perder aliciente.
Tiene un toque de situaciones pintorescas de la bucólica america ochentera o tardosetentera con ínfimos intentos de entremeter problemática personal para darle cierto "trasfondo humano". Tiene un intento de darnos un punto de vista inocente y a veces gracioso con los protas infantiles (revival Goonies total, como digo arriba). Tiene un pelín de suspense y escenas de violencia misteriosa (insisto, el humo negro de Perdidos con total descaro) para reforzar el cliché de peli de miedo. Tiene aventuras infantiles como buena peli de verano. Tiene los estereotipos spielberguianos a punta pala. Tiene finalmente una conclusión buenrollista y pueril para que sea "para todos los públicos", supongo.
Con todo ello el resultado está bien logrado estéticamente (no podía ser de otro modo) y es entretenida, con un tempo perfectamente hilado para convertirlo en un muy buen producto de ocio sin otras pretensiones. Recomendable si os gustó Perdidos y no os importa que la reciclen y si sois aficionados a las pelis de alienígenas bonachones de Spielberg. Por cierto, es falso eso que dicen por ahí de que Spielberg ha madurado respecto a sus aliens y ahora son más "siniestros" o no se qué otras chorreces. Es E.T. supervitaminado, en el fondo sigue siendo más blando que la mierda de pavo si lo comparamos con cualesquiera otros alienígenas recientes.
Como resumen me parece suficiente lo que he dicho pero creo que puedo añadir un par de pinceladas.
Para empezar, creo que sé como convencieron a Spielberg para entrar en el proyecto. La película tiene un aire a "The Goonies meet District 9" más el primo de zumosol rabioso de E.T. cruzado cone el humo negro de Perdidos. Por ahí dicen que tiene que ver con "encuentros en la tercera fase" pero no le he encontrado mucho parecido, sinceramente. Aquellos que hayáis visto Taken (también de Spielberg) tal vez tengáis un ligero deja vú muy impreciso también. Seguro que hay más analogías descaradas que se me escapan ahora. Está repleta de guiños entre líneas para los cinéfilos mientras el discurso principal es perfectamente accesible al gran público sin que por ello estos últimos tengan que perder aliciente.
Tiene un toque de situaciones pintorescas de la bucólica america ochentera o tardosetentera con ínfimos intentos de entremeter problemática personal para darle cierto "trasfondo humano". Tiene un intento de darnos un punto de vista inocente y a veces gracioso con los protas infantiles (revival Goonies total, como digo arriba). Tiene un pelín de suspense y escenas de violencia misteriosa (insisto, el humo negro de Perdidos con total descaro) para reforzar el cliché de peli de miedo. Tiene aventuras infantiles como buena peli de verano. Tiene los estereotipos spielberguianos a punta pala. Tiene finalmente una conclusión buenrollista y pueril para que sea "para todos los públicos", supongo.
Con todo ello el resultado está bien logrado estéticamente (no podía ser de otro modo) y es entretenida, con un tempo perfectamente hilado para convertirlo en un muy buen producto de ocio sin otras pretensiones. Recomendable si os gustó Perdidos y no os importa que la reciclen y si sois aficionados a las pelis de alienígenas bonachones de Spielberg. Por cierto, es falso eso que dicen por ahí de que Spielberg ha madurado respecto a sus aliens y ahora son más "siniestros" o no se qué otras chorreces. Es E.T. supervitaminado, en el fondo sigue siendo más blando que la mierda de pavo si lo comparamos con cualesquiera otros alienígenas recientes.
sábado, 13 de agosto de 2011
Equipo postapocalíptico: Walkies talkies
Reiros, reíros, pero... ¿cuántos jueguetes de nuestros hijos consideraríamos 'equipo imprescindible' en un entorno postapocalíptico?
viernes, 12 de agosto de 2011
Grandes del siglo XV, de este a oeste (III).



Esta muerte provoca el estallido de una larga Guerra Civil en Cataluña que duraría diez años, contando de inicio el rey aragonés con el apoyo de los remensas y de la Biga, enfrentados al poder de la Busca y las instituciones catalanas. El conflicto se internacionaliza y sirve de zona de enfrentamiento de los reinos cercanos. A cambio de cesiones territoriales el monarca francés apoya a Juan II mientras que, por otro lado, los burgueses de la Busca ofrecen el trono catalán al rey castellano Enrique IV a cambio de su intervención militar. Tras varios años de tira y afloja, Juan el Grande consigue mediante costosas negociaciones políticas la renuncia del monarca castellano a la corona catalana, ofreciendo entonces los burgueses catalanes ésta a Pedro de Avis y Aragón, infante y condestable de Portugal. Aunque las tropas aragonesas vencieron a las portuguesas no terminaron de dominar a la oposición catalana, quienes nuevamente rifaron su corona cuando al poco tiempo falleció el infante Pedro. En esta ocasión ofrecieron la misma a Renato I de Nápoles, recrudeciéndose el conflicto, que solamente se desatasca cuando Juan II cierra por fin el matrimonio de su hijo Fernando con Isabel de Castilla, los futuros Reyes Católicos.

Vamos a finalizar nuestro viaje en la búsqueda de “grandes” personajes por el siglo XV, desplazándonos a un continente que apenas hemos visitado: África. Allí encontramos a Mohamed I, rey del Imperio Songhai. Aunque el reino Songhai existía desde el siglo VII, no eclosionó como imperio hasta el siglo XV, a partir las cenizas del ya decadente Imperio de Mali, merced al decidido gobierno de impetuosos líderes, de título askia, como Mohamed I el Grande. Este monarca islamizó el Imperio Songhai y expandió sus fronteras a base de macizar a sus débiles vecinos. El control de minas y rutas comerciales le dio un importante soporte económico. Convertido en califa, burocratizó el gobierno y fomentó el desarrollo cultural en su corte. Pero cría cuervos y te sacaran los ojos, ya bien entrado el siglo siguiente, Mohamed el Grande fue destronado por sus propios hijos, los cuales se lanzaron a una lucha fraticida por el poder para regocijo del vecino sultán de Marruecos, quien invadió y disolvió el Imperio Songhai convirtiéndolo en una provincia marroquí a finales del siglo XVI. La gran duda que me surge es en que coño estaban pensando los de Sid Meier´s cuando metieron a un Askia y al Imperio Songhai en el Civilitation V, dejando fuera a España y sus Reyes Católicos. Vaya tela.

jueves, 11 de agosto de 2011
Apocalipsis Z
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La portada del libro |
En sus páginas el autor nos pone en el pellejo de un hombre que ve como sus preocupaciones diarias, que pueden ser como las de cualquiera de nosotros, se diluyen ante el total colapso de la sociedad al ser literalmente barrida por una infección que convierte a la población en zombies cuyo único objetivo es devorar cualquier cosa viva. Este desgraciado se va enfrentando a los 'infectados' con lo que tiene a mano (hay que admitir que estaba bastante bien provisto), y con su ingenio y nos va guiando por una Galicia totalmente devastada.
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Escudo de la BRILAT |
En general la obra es un poco irregular, y va perdiendo conforme avanzan las páginas. Es posible que sea porque el inicio es bastante bueno y te mete de lleno en la situación desesperada del protagonista, porque al final a los retos que nos propone el autor les falta cierta chispa o bien porque las resoluciones acaban siendo poco creíbles. La prosa también va perdiendo repitiendo muchas expresiones, tanto que a veces era bastante sencillo lo que escribiría el autor antes de leerlo.
Como curiosidad hay otras dos novelas que siguen a esta (y que no he leído pero no las descarto), si os interesa leerlas podéis encontrarlas en vuestra librería o en la página del autor.
Grandes del siglo XV, de este a oeste (II).



Las continuas victorias militares husitas sobre las tropas alemanas tienen gran parte de su justificación en las novedades que implementaron en su ejército. Žižka y Procopio sometieron a sus tropas a una férrea disciplina y a un intenso programa de formación y perfeccionamiento, que convirtió a la milicia bohemia en un ejército propiamente dicho. Un hecho novedoso fue el uso masivo de las nuevas armas de fuego individuales, los arcabuces, con el fin de frenar las cargas de los nobles protegidos con sus gruesas corazas.

Pese a ser capaces de frenar hasta tres cruzadas católicas, los generales taboristas no supieron aprovechar sus éxitos militares políticamente y la victoria final fue para el otro bando. La Iglesia, el emperador Segismundo y la nobleza bohemia, tanto católica como utraquista, llegaron finalmente a un acuerdo de paz que ponía fin a las Guerras Husitas, a costa entre otras cosas de dejar en la cuenta a los taboristas. Procopio el Grande falleció en el campo de batalla de Lipany, derrotado frente a un cuadro de carros de tropas bohemias moderadas, liderando una infructuosa respuesta militar ante estos acuerdos.

miércoles, 10 de agosto de 2011
Grandes del siglo XV, de este a oeste (I).
De este a oeste encontramos en el siglo XV un nutrido grupo de personajes coetáneos que fueron conocidos con el sobrenombre de “el Grande”. Comenzamos este grupo de artículos en Asia e iremos desplazándonos hasta llegar a África, con una larga parada en Europa.
Aunque el asiento no le correspondía directamente, el rey Taejong de Corea decidió, con el apoyo de la nobleza local, que el trono debía recaer en su tercer hijo Sejong, que a su juicio era más competente que sus hermanos. No demostró tener mal ojo el monarca coreano, que conocía bien a su prole. Durante su sabio gobierno Sejong el Grande impulsó las funciones del Jiphyeonjeon, o Salón de las Personas Honorables, órgano formado por eruditos encargados del fomento del Confucianismo y la promoción cultural y científica. Las mayores aportaciones de esta entidad fueron el desarrollo del Hangeul o sistema de escritura coreano y el Cheugugi o pluviómetro de bronce. Sejong se limitó a construir fortalezas y luchar contra la piratería local por lo que es uno de los pocos “grandes” que se ganó su apelativo con la pluma más que con la espada.
Avanzando por la tundra siberiana llegamos al Principado de Moscú, gobernado por el cauto Iván III. El carácter prudente de Iván no supone que su actividad política y militar fuese tímida, al contrario, fue muy activa, triplicando durante su gobierno el Principado de Moscú su territorio. Iván el Grande fue un especulador de altos vuelos capaz de sacar provecho de la debilidad de todos sus vecinos, eludiendo siempre enfrentamientos militares directos a menos que disfrutara de una superioridad aplastante y actuando con decisión políticamente cuando la situación lo requería.
Cuando hablamos de Vladimiro el Grande, que vivió a medio camino de los siglos X y XI, mencionamos la Rus de Kiev, un enorme estado eslavo que se fue fragmentando a lo largo de los siglos siguientes hasta crear una serie de débiles principados, los cuales formaban un nutrido mosaico de territorios sobre el que Iván el Grande intervino astutamente. De este modo, el primer objetivo de Iván III tras suceder a su padre fue finiquitar la ya débil República de Novgorod, por entonces aliada con Polonia. Después de varias derrotas militares, los de Novgorod se vieron obligados a solicitar la paz, cediendo territorios y dinero, así como teniendo que romper su alianza polaca. Pero el monarca moscovita no tenía bastante con eso, y buscó excusas religiosas y diplomáticas para reanudar el conflicto, conquistando definitivamente Novgorod en 1478. Un poco de represión militar, alguna revuelta sofocada y unos cuantos exiliados después, el territorio fue pacificado y dejaba de existir como estado independiente. Los principados vecinos, incluso más débiles que Novgorod, fueron siendo anexionados paulatinamente, bien por conquista militar o diplomática. De este modo, se unieron a Moscú los principados de Yaroslavl, Rostov, Tver y Vyatka, manteniendo su independencia la república de Pskov sólo porque se alió de forma sumisa con los moscovitas.
Otro aspecto importante de la política exterior de Iván III fue la consecución de la completa independencia respecto a los tártaros de la Horda de Oro.
En el año 1378, el bisabuelo de Iván, Dmitri Donskói, puso la primera piedra de esta emancipación venciendo a un ejército tártaro en la llanura de Kulikovo, tras una larga y sangrienta batalla. Poco más de un siglo después, en 1480 y tras décadas de tira y afloja, los ejércitos moscovitas, liderados por Iván el Grande, vencieron nuevamente a los tártaros en la ribera del río Ugra, poniendo fin al dominio tártaro en Rusia.
La desintegración posterior de la Horda de Oro en varios estados facilitó la labor del astuto Iván, quien hizo uso rápidamente sus dotes de estadista para cerrar sendas alianzas tanto con el Kanato de Crimea como con el Imperio Otomano, con el fin de hacer frente común contra el extenso pero algo debilitado Ducado de Lituania. Aprovechando su superioridad militar y diplomática, Iván decidió pegarle importantes bocados a la frontera lituana, donde el débil príncipe Alexander pretendió contentar a su agresivo vecino casándose con la hija de Iván, quien aceptó la boda pero, como se ve que no entendía muy bien de que iba eso de la dote, envió también sus ejércitos para conquistar amplios territorios y hasta veinte ciudades lituanas. “Me he liao, me he liao” se comenta que le dijo a su yerno.
En el aspecto puramente político, el monarca moscovita también desarrolló una activa y acertada actuación. En el norte buscó el acercamiento con la élite danesa de la Unión de Kalmar para así debilitar a su vez a los suecos; fomentó las relaciones diplomáticas con el Sacro Imperio Romano Germánico; y, como ya he comentado, cerró acuerdos con los incipientes turcos otomanos, que acababan de tomar Constantinopla, allá por 1453, finiquitando con ello el Imperio Bizantino. En relación a esto último, y con una doblez impresionante, se casó con Sofía Paleóloga, una sobrina del último emperador bizantino, ofrecida por el mismísimo papa Paulo II, el cual pensaba que así conseguiría que el ortodoxo Iván se pasara al Catolicismo. Lo que Iván III consiguió, por el contrario, es que su mujer se convirtiera a la ortodoxia y de paso le redecorara un poquito Moscú al estilo imperial, que la verdad es que le hacía falta porque con tanto territorio sometido y tanto pueblo subyugado no estaba de más demostrar algo de clase. De esta época provienen el águila imperial bicéfala del escudo ruso, muchos edificios del Kremlin y el boato de corte y palaciego que disfrutarían los zares posteriores. El toque más chic fue considerarse sacrosanto y reducir a los boyardos, la nobleza eslava local, a simples siervos. Aunque protestaron un poquito, el curtido monarca no tuvo problemas en meterlos en cintura y de paso nombrar heredero al hijo que tuvo con Sofía, Basilio III, en lugar de a su primogénito, fruto del matrimonio con su primera esposa, una noble rusa. Iván el Grande dejó a sus descendientes un estado tan sólido y poderoso que el hijo de este Basilio III, Iván IV, conocido como el Terrible, fue ya el último príncipe de Moscovia y el primer zar de Rusia.

Avanzando por la tundra siberiana llegamos al Principado de Moscú, gobernado por el cauto Iván III. El carácter prudente de Iván no supone que su actividad política y militar fuese tímida, al contrario, fue muy activa, triplicando durante su gobierno el Principado de Moscú su territorio. Iván el Grande fue un especulador de altos vuelos capaz de sacar provecho de la debilidad de todos sus vecinos, eludiendo siempre enfrentamientos militares directos a menos que disfrutara de una superioridad aplastante y actuando con decisión políticamente cuando la situación lo requería.

Otro aspecto importante de la política exterior de Iván III fue la consecución de la completa independencia respecto a los tártaros de la Horda de Oro.

La desintegración posterior de la Horda de Oro en varios estados facilitó la labor del astuto Iván, quien hizo uso rápidamente sus dotes de estadista para cerrar sendas alianzas tanto con el Kanato de Crimea como con el Imperio Otomano, con el fin de hacer frente común contra el extenso pero algo debilitado Ducado de Lituania. Aprovechando su superioridad militar y diplomática, Iván decidió pegarle importantes bocados a la frontera lituana, donde el débil príncipe Alexander pretendió contentar a su agresivo vecino casándose con la hija de Iván, quien aceptó la boda pero, como se ve que no entendía muy bien de que iba eso de la dote, envió también sus ejércitos para conquistar amplios territorios y hasta veinte ciudades lituanas. “Me he liao, me he liao” se comenta que le dijo a su yerno.

jueves, 4 de agosto de 2011
miércoles, 3 de agosto de 2011
Civilization Revolution para NDS
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La portada del juego para NDS |
Pero bueno, como más vale tarde que nunca os voy a comentar mis impresiones después de un par de partidas con este juego. Para empezar la base del mismo parece ser el Civilization original, sí ése al que jugábamos hace muchos años cuando estábamos en el colegio (para muestra un botón, ¿os acordáis de la tecnología Enterramiento Ceremonial, que nosotros conocíamos como Ceremonial Burial?
Pantalla de presentación en la NDS |
Lo que a mí me preocupaba era cuál sería la experiencia de uso de un juego como este en una consola portátil que claramente no está pensada para él. Pero la realidad es que los chicos de 2K han conseguido un interfaz que usando los seis botones de acción y los cuatro de dirección se controlan perfectamente todas las opciones del mismo, sólo hay que acostumbrarse a lo que significa cada una en cada momento y estar atento a cada opción en cada momento.
La civilización española |
Por ahora nada más, sólo decir que va a ser un magnífico compañero de viaje en el AVE, y os dejo porque tengo que jugar... sólo un turno más.
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