Han pasado unos añitos desde que
empecé a hacer artículos sobre armas aplicados a las reglas desde
la correspondiente perspectiva histórica, con algunas pausas
notables. En esta ocasión le ha tocado a los arcos.
Tras una profusa investigación en
bibliografía académica y notas que llevo recopilando durante años,
la conclusión más llamativa a la que he llegado ha sido que, como
en tantas otras cuestiones, el tema de los arcos está fuertemente
intoxicado por una propaganda maliciosa, concretamente el chovinismo
británico. Este ha elevado a la categoría icónica el arco largo
"galés" o "inglés". Como la mayoría sabréis
esa aureola casi mística proviene de las sucesivas victorias
inglesas sobre los altivos caballeros franceses a manos de los
humildes y aguerridos arqueros ingleses durante la Guerra de los Cien
Años: Crécy, Poitiers y Agincourt. Si bien es cierto que el uso del
arco largo aportó determinadas ventajas en el campo de batalla,
estas no vinieron tanto de las características técnicas
individuales del arma en cuestión sino de su uso táctivo masivo en
voleas y la disposición de este en el campo de batalla que permitió
atacar a las monturas de la lenta caballería pesada francesa en sus
flancos entre otros muchos factores que se dieron lugar en aquellos
conflictos. Y es que el arco largo no supuso ninguna revolución
técnica militar en aquella época. Ya el arco largo del hombre
neolítico de Ötzi, de hace 5.300 años, medía 1'82 metros de largo
y estaba elaborado de una pieza de tejo con sección en D y tenía
pocas diferencias con los arcos largos galeses usados en aquellas
famosas batallas.
El imaginario nacionalista inglés ha
aumentado la leyenda en beneficio de su orgullo, situando los
orígenes del gesto de la victoria en relación a la amenaza francesa
de amputar esos dos dedos a los arqueros cuando venciesen en
Agincourt y el gesto de desafío de esos mismos arqueros tras
prevalecer dio lugar al "saludo del longbowman". No está
claro si la amenaza era real o un ardid del rey Enrique V quien lo
introdujo en su arenga previa a la batalla simplemente para enardecer
a sus tropas. Posteriormente fue rescatado para al aprovechamiento
propagandista por Churchill en la campaña de resistencia durante la
IIGM, si bien el mensaje de Churchill fue realmente inspirado por la
resistencia belga que venía usando la V desde años antes y la
conexión con los legendarios arqueros no fue más que un
aprovechamiento oportunista, una vez más.
Sin embargo Churchill no hizo más que
recoger el testigo de otros militares chovinistas y mitómanos
ingleses como el general y arqueólogo Augustus Henry Pitt-Rivers,
que fue quien ya a finales del siglo 19 afirmaba que los arcos
compuestos eran producto de gentes que vivían en areas donde no
existía madera apropiada para hacer arcos. La relevancia de esta
aseveración radica en que fue precisamente este insigne caballero
quien introdujo en la arqueología el término "arco compuesto"
("composite bow" en inglés). Sin embargo su presuntuosa
premisa resulta ser falsa cuando, precisamente, en esos territorios
existe desde siempre maderas ideales para ello y de hecho se fabrican
arcos de ambos tipos como podemos ver ya en las tumbas de los
faraones egipcios. Más bien al contrario, el arco largo no es la
cima de la producción de los fabricantes de arcos de la historia, si
no más bien una imposición climática. Allí donde no se pueden
emplear o no se puede costear la construcción de los mejores arcos
compuestos, se recurre a ese arco.
El mundo del rol, con sus profundas
raíces anglosajonas, está ampliamente influenciado por ese
legendario construido alrededor del "arco largo inglés" y le otorga unas
propiedades en ocasiones desproporcionadas fruto de ese chovinismo anglosajón que vengo mencionando. Y es que no hay nada como la propaganda británica.
En las próximas entregas
intentaremos abarcar un repaso histórico que nos permita establecer
una valoración adecuada de todos los tipos de arcos sin desmerecer
ninguno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario