lunes, 23 de mayo de 2011

El tío, el sobrino y el primo del cuñado (III).

A finales del siglo XIV el Gran Ducado de Lituania estaba cogobernado por dos hermanos, Kestutis y Algirdas, quienes de forma coordinada afianzaron el ducado lituano. Mientras Algirdas repartía estopa en el este, venciendo a ucranianos, mongoles, tártaros y todo aquél que se encontraba cerca de sus fronteras en expansión, su hermano Kestutis, repartía palos en el oeste contra la Orden Teutónica, la Polonia de Casimiro III y la Hungría de Luis I.

A la muerte de Algirdas la situación política en Lituania se desestabilizó, siendo sucedido por su hijo Jogaila, quien pactó con los Caballeros Teutónicos que no ayudaría a su viejo tío Kestutis si era atacado por estos, a cambio de que ellos a su vez no apoyaran a sus propios hermanos y aliados moscovitas que cuestionaban su título. Al enterarse Kestutis del acuerdo, estalló la guerra civil con Jogaila, si bien el viejo de ochenta años no tenía muchas ganas de batallas intestinas e intentó negociar con su impetuoso sobrino un acuerdo. El acuerdo unilateral que decidió Jogaila fue capturar a su tío y ejecutarlo, encarcelando también al hijo de éste y primo suyo, Vitautas. Sin embargo, el joven Vitautas consiguió escapar de su encierro de forma ingeniosa: en una visita de su esposa, se disfrazó con la ropa de una de sus damas de compañía y salió andando por la puerta del castillo-prisión de Kreva.

A continuación se desarrollo una compleja guerra civil en la que ambos contendientes alternaron enfrentamientos directos con periodos de alianza contra la Orden Teutónica, quienes a su vez apoyaron alternativamente a uno u otro bando. Jogaila consiguió concertar matrimonio con Eduviges I de Polonia, hermana de Luis I de Hungría y sobrina-nieta de Casimiro III de Polonia, tomando el nombre de Vladislao II Jagellón, lo cual reforzó su posición de forma determinante. Sin embargo, la propia presión de la nobleza polaca para que renunciara a sus aspiraciones lituanas y se centrara en gobernar en Polonia, en pleno proceso de evangelización y con incesantes amenazas en la frontera teutónica, hizo que Jogaila renunciara a controlar plenamente Lituania, dejando vía libre a Vitautas para hacerse con el trono, aunque sometido al vasallaje del rey polaco.

Disfrutando por fin de cierto control sobre el Gran Ducado de Lituania, Vitautas el Grande se dedicó a continuar la política de su tío Algirdas, el padre de de Jogaila, ampliando sus territorios a costa del Principado Moscovita y los territorios bajo control de la Horda de Oro. En 1399 Vitautas y su primo Vladislao II Jagellón consiguieron la proclamación de una cruzada por parte del Papa contra los mongoles. El éxito político de esta cruzada radicaba en que se reconocía a Lituania como nación católica, un país tan pagano una decena de años antes que había sido objeto a su vez de una cruzada y donde el cristianismo era toda una novedad que se propagaba con lentitud. Sin embargo, militarmente la campaña fue un desastre ya que los cristianos sufrieron una completa derrota en la batalla del río Vorskla.

La campaña dirigida por Vitautas el Grande siguió el curso del río Vorslka, un afluente del Dniéper, adentrándose en territorio ucraniano. En las cercanías de Poltava, prácticamente en el mismo escenario donde tres siglos después se desarrollaría una de las más importantes batallas de la Gran Guerra del Norte (ya hablaremos de ella porque participó también en la misma un Grande), se encontraron los ejércitos cristiano y pagano, compensando estos últimos su falta de fe con una gran astucia. En primer lugar, el kan tártaro Temür Qutlugh engañó a Vitautas para concertar un alto el fuego con el que simplemente obtuvo la llegada de más refuerzos y, posteriormente, lo volvió a engañar simulando una clásica retirada mongol en la que el impetuoso Vitautas calló engañado. Cuando los lituanos avanzaron para perseguir a los tártaros en retirada, éstos volvieron grupas y realizaron una maniobra envolvente creando el caos y la confusión entre los cristianos. La escabechina fue memorable, escapando Vitautas por los pelos, no así decenas de sus nobles. Los tártaros recuperaron el territorio perdido y saquearon a gusto el este de Lituania, donde diversas regiones vasallas se alzaron contra el Ducado de Lituania.

Vitautas tuvo entonces que ser más conservador y afianzar su alianza con Polonia para asegurar su frontera oeste, limitándose a sofocar los alzamientos en el sur, frenar a los moscovitas del este, y enfrentarse en el norte a la Orden Teutónica coaligado con los polacos. Como de todo se aprende, en 1410, en la Batalla de Grünwald, los lituanos masacraron a parte de la caballería pesada teutona fingiendo una falsa retirada al estilo mongol hacia unos pantanos, lo que sumado a la superioridad numérica polaco-lituana supuso una decisiva derrota para la Orden Teutónica, que iniciaría a partir de ese momento un largo proceso de decadencia.

Unos años después de esta batalla, la posición del rey Vladislao II Jagellón se debilitó ostensiblemente. Por un lado, falleció la reina Eduviges, por cuyo matrimonio ostentaba la corona el monarca polaco, ganando fuerza los nobles que se oponían a que continuara ejerciendo el poder. Por otro lado, la alianza de su cuñado el emperador Segismundo de Luxemburgo con la Orden Teutónica, dio un respiro a estos caballeros y supuso una importante amenaza exterior para Polonia. Para contrarrestar estas tensiones, Vladislao II Jagallón concedió amplios privilegios a la nobleza polaca y apoyó las revueltas husitas en Bohemia, aunque el gran beneficiado de todo esto fue el lituano Vitautas quien consiguió aumentar su autonomía política respecto a Polonia, firmando acuerdos bilaterales en igualdad de condiciones, y con el tiempo llegó a recibir el título de rey otorgado por el emperador Segismundo. Lamentablemente no llegó a ceñir la corona, pues ésta fue interceptada por nobles polacos mientras la trasladaban y la segunda corona que fue enviada llegó días después del fallecimiento de Vitautas. En esta última fase de su reinado Vitautas el Grande organizó Lituana como un estado centralizado apoyado en una poderosa nobleza afín e introdujo numerosas reformas que quedaron algo desdibujadas con la guerra civil que siguió a su muerte.

domingo, 22 de mayo de 2011

El tío, el sobrino y el primo del cuñado (II).

El padre de Luis I el Grande, de Hungría, Carlos I Roberto, al que ya conocemos por imaginarlo con los ojos como platos al verse venir encima a Feliciano Zách espada en mano, firmó un acuerdo con el duque Carlos de Calabria por el cual una hija de aquél, Juana, y su hijo menor Andrés, se casarían y ambos serían nombrados herederos al trono siciliano. Sin embargo, tras la muerte de Carlos Roberto y con el ascenso al trono de Luis I, Carlos de Calabria decidió cambiar lo acordado y designar a su hija Juana como única heredera al trono de Nápoles. Por ello, a su muerte los nobles sicilianos nombraron a Juana I reina de Nápoles por su propio derecho, con apoyo del Papado, ignorando las aspiraciones de su esposo Andrés de Hungría quien pretendía su propia coronación y no sólo la figura de consorte.

Este hecho aislado, aun siendo grave, no fue lo que motivó el posterior ataque de Luis I a Sicilia, sino más bien el que algunos sicilianos, por orden de Juana, le echaran un lazo al cuello y lo colgaran de un balcón, arrojando luego su cadáver a una letrina. La primera campaña de Luis se inició en 1347, pero la aparición de la Peste Negra en 1348 fue un buen motivo para suspenderla y regresar a casa. En 1350 lanzó una segunda campaña de invasión a Sicilia, que si bien le dio la victoria militar, supuso una pírrica victoria política ya que la distancia con la isla era tan grande, y el apoyo local tan escaso, que tuvo que aceptar mantener a Juana como reina, perdurando el clima hostil entre ambos reinos pese a la firma de la paz.

Otro escenario constante de lucha para Luis I el Grande fue la frontera veneciana y la lucha por el control del estratégico puerto de Zara. Hasta tres campañas lanzó Luis contra Venecia, para regocijo de genoveses, austríacos y checos, hasta que en 1381 consiguió el control sobre toda Dalmacia.

A finales del siglo XIV se expande por Oriente Medio el Imperio de Tamerlán, lo que, entre otros factores, hizo que los incipientes turcos otomanos centraran su expansión territorial hacia el oeste, presionando al debilitado Imperio Bizantino al que terminarían absorbiendo un siglo después. El emperador bizantino, Juan V Paleólogo, un verdadero malabarista de la diplomacia, coqueteaba por entonces con convertir a Bizancio al Catolicismo con tal de conseguir apoyo de las naciones europeas contra los otomanos. Luis I de Hungría fue uno de los reyes dispuestos a mostrar este apoyo con tropas, sin embargo, el acuerdo no se concretó por desavenencias personales y religiosas. De todos modos, Luis I el Grande tuvo que batallar contra los turcos otomanos de Murad I, que habían invadido Tracia, Serbia, Bulgaria y Valaquia, y amenazaban con continuar su expansión por el resto de los Balcanes hacia la frontera húngara. Los combates no fueron determinantes y el enfrentamiento otomano-húngaro se prolongó con idas y venidas durante los siglos siguientes.

Luis I el Grande murió sin descendientes varones, siendo sucedido en Hungría y Polonia por dos de sus hijas, María y Eduviges, rompiéndose así la unión personal de ambos reinos. Ambas mujeres tuvieron unos reinados breves y azarosos, cayendo a su muerte los reinos bajo la esfera de control de sus poderosos maridos, Segismundo de Luxemburgo y Vladislao II Jagellón de Polonia. Hungría caería así bajo la influencia del Sacro Imperio Romano Germánico y Polonia bajo la del Gran Ducado de Lituania. Un primo de este Vladislao II, rey de Polonia y cuñado de Luis I, se convirtió en gran duque de Lituania y fue conocido también por el calificativo de “el Grande”, si bien para ello tuvo que apañárselas para salir victorioso de una guerra civil con su propio primo, como veremos en el artículo siguiente.

Día de la madre versión friki con retraso

El tío, el sobrino y el primo del cuñado (I).

Vamos a concluir el análisis de los “grandes” personajes del siglo XIII hablando de Roger Bernardo II, conde de Foix, a quien sus paisanos dieron el calificativo de el Grande sin que por ello su vida haya tenido la relevancia histórica de los personajes que venimos tratando. Desde joven, Roger Bernardo participó en el convulso escenario del mediodía francés de comienzos del siglo XIII, donde confluyeron los intereses de la Corona de Aragón, los condes de Tolosa y los impetuosos Capetos franceses, con el trasfondo de la cruzada albigense, en un ambiente que ni pintado para una minicampaña histórica. Cuando tenga tiempo haré caso de la reiterada petición de Qrolpater para hacer unos artículos sobre cruzadas, que incluirán esta, en la cual se mezclaron como en ninguna otra, intereses políticos con excusas religiosas. Por concluir con Roger Bernardo II, sólo añadir que vio reducidos sus territorios en beneficio de la Corona Francesa, pero al menos mantuvo el condado, que ya es más de lo consiguieron los condes de Tolosa.

Entrando en el siglo XIV encontramos un grupo de tres personajes históricos a los cuales se les asignó el calificativo de “el Grande”, con la peculiaridad de que fueron parientes más o menos cercanos y gobernaron distintos países de Europa del Este. Comenzamos analizando al tío, Casimiro III el Grande, rey de Polonia, y último miembro masculino de la dinastía Piast. Su padre, Vladislao I el Breve, consiguió unificar los ducados polacos y proclamarse rey, pero fue Casimiro quien afianzó el reino y sus fronteras haciendo gala de una gran habilidad política y estratégica. Su reinado estuvo marcado por una sólida alianza con el Reino de Hungría que cristalizaría más adelante con la unión de ambos reinos.

El monarca polaco Vladislao I estableció las bases de este acercamiento entre ambos reinos, casando a su hija Isabel, hermana de Casimiro, con Carlos I Roberto de Hungría, perteneciente a una rama de la Casa Anjou. Aún siendo príncipe, en 1330, Casimiro viajó a la corte húngara, donde se vio envuelto en un lío de faldas con una noble húngara que finalizó trágicamente cuando el padre de la susodicha, Feliciano Zách, espada en mano, irrumpió en la Corte dispuesto a llevarse por delante al rey húngaro y a su familia, entre la que se encontraba su hijo el futuro Luis I, los cuales habían propiciado la deshonra de su casa. El intento de asesinato fue frustrado, aunque la infanta Isabel perdió algunos dedos bajo la espada de Zách. Por su parte, el noble húngaro, su hija deshonrada y alguno más de sus familiares más fueron brutalmente descuartizados y sus bienes repartidos para regocijo del resto de la nobleza.

En pocos años, a la muerte de los reyes de Polonia y Hungría, les suceden respectivamente Casimiro III y su sobrino Luis I. Casimiro consolidó y amplió las fronteras de su reino a costa de sus vecinos: repartió estopa contra lituanos y tártaros, a quienes arrebató amplios territorios hacia la Galitzia; forzó a la Orden Teutónica a firmar un tratado de paz por el que le cedieron varias plazas fronterizas; y acordó cesiones territoriales a Juan I de Bohemia a cambio de que renunciara a sus pretensiones sobre el trono polaco.
Posteriormente estalló un enfrentamiento con este monarca durante la cruzada bohemio-húngara contra los paganos lituanos, contando Casimiro con el apoyo de su sobrino Luis I en la pugna, pero dando al traste con la campaña.

En el ámbito interno, Casimiro III el Grande ordenó importantes actuaciones en diversos ámbitos, desde la fortificación de las fronteras hasta la creación de la primera Universidad polaca en Cracovia, pasando por importantes reformas legales.
Igualmente, promulgó legislación favorable a los campesinos y codificó el derecho consuetudinario del país. En los últimos años de su reinado Polonia actuaba como influyente potencia en el este de Europa, mediando en conflictos diplomáticos entre otras naciones. Como hecho anecdótico, Polonia fue el único país europeo que no se sumó a las acusaciones y expulsiones sobre el pueblo judío de propagar la peste negra, que en aquella época estaba asolando el continente.

Falleció a los sesenta años al caer de un caballo, y no teniendo hijos fue sucedido en el trono por su sobrino Luis I el Grande de Hungría, un “grande” de los que nos gustan, porque fue de esos que dio muchos palos, e incluso en primera línea de batalla. El potencial que suponía controlar ambos reinos le permitió disponer de una gran capacidad militar, con la que desplegó una incesante actividad bélica durante todo su reinado si bien más centrado en la misma Hungría que en Polonia, pero eso lo veremos en el próximo artículo.

jueves, 19 de mayo de 2011

Switchblade

sábado, 14 de mayo de 2011

Presentación Friki

Cuando una empresa va a un congreso a mostrar sus productos, el departamento de marketing, si lo tiene, se encarga de preparar un buen espectáculo para mostrarle a todos, empresas y publico, las maravillas de sus productos. Cuando la empresa se dedica a la tecnología es normal ver prototipos o incluso productos finales haciendo el trabajo para el que han sido concebido. Cuando la empresa se dedica a hacer brazos roboticos y dejan en manos de un fan de Star Wars la presentación de sus brazos ocurre esto:




La empresa es Yaskawa de Japón y es la presentación de sus Motoman industrial robots en el ICRA en Shangai.




Visto en akihabara.

domingo, 8 de mayo de 2011

jueves, 5 de mayo de 2011

Publicidad para frikis (y 2)

Pues sí, como comentamos en la primera entrada sobre publicidad está claro que los frikis nos vamos haciendo mayores y empezamos a ser objetivo comercial de las distintas agencias de publicidad.

Un ejemplo:



Y este vídeo fantástico compartido con Heidi Klum: