En el Hobbit la guarida de los trolls del Bosque guardaba un tesoro
compuesto de ollas colmadas de monedas de oro apiladas en un rincón,
vestidos, espadas y algún cuchillo mezclado en un cúmulo de otras
cosas y comida descuidada.
A partir de esas menciones, no se habla más de monedas, sino de oro
y plata en bruto como parte de los tesoros. El mayor tesoro descrito
será el de Smaug en la Montaña solitaria.
En el Hobbit Bilbo encontró un salón con un montículo del tesoro y
a su paso se veía algún destello dorado y un tintineo. El tesoro
también se esparcía por la pared con panoplias de armas y
armaduras, estas descritas como impenetrables y de aspecto dorado y
plateado así como tachonadas de piedras así como la pequeña cota
de malla de mithril forjada para un príncipe élfico con su cinturón
de perlas y cristales y un casco de cuero reforzado en acero y con
gemas blancas. En las paredes también había mágicas arpas de oro
con cuerdas de plata. También había copas preciosas, como la gran
copa de oro de Thror de dos asas, martillada y labrada con pájaros y
flores de ojos y pétalos enjoyados. Esos cinturones adornados de
plata y oro son además seña de los enanos, así como borlas de
plata y algún cordón de oro para el cuello. En su cima estaba la Piedra del Arca.
El reparto final se hizo como se había acordado según los pactos de
honor, siendo una catorceava parte de toda la plata y oro, labrada y
sin labrar para Bardo así como para todos los demás. Thorin excluyó
de ese reparto las gemas cuando se enfadó con Bilbo. No obstante,
una catorceava parte era una riqueza excesiva, más grande que la de
muchos reyes mortales. Al Rey de los Elfos Dain le dio las 500
esmeraldas engarzadas de Girion, las joyas que él más amaba y a
Bilbo un collar de plata y perlas. El Rey del Bosque tenía debilidad por los tesoros de plata y las gemas blancas y siempre quería más pensando que aún no eran tantas como las de otros señores elfos de antaño. En el camino de regreso a Hobitton los elfos de Rivendel cantan sobre
tesoros de plata y oro hundido en las minas. A su regreso a la Comarca Bilbo descubrió
que perdió algunas cucharas de plata de sus antiguas posesiones.
Pero no le importó, pues como parte del pago por sus servicios como
saquehobbit accedió a tomar solo dos pequeños cofres, uno lleno de
plata y el otro lleno de oro. Durante su vida posterior a su gran
aventura gastó el oro y la plata en generosos presentes, tanto
útiles como extravagantes, lo que explica hasta cierto punto el
afecto de los sobrinos y sobrinas. Es necesario decir que antes de
partir Bilbo tenía una situación acomodada y su familia ya era rica
(en especial por parte de madre).
Tras la muerte de Smaug en la Ciudad del Lago Bardo recompensó con
largueza a seguidores y amigos y había enviado mucho oro para
reconstruir la ciudad, pero el antiguo gobernador se contagió de "el
mal del dragón" y se apoderó de la mayor parte del mismo hasta
que huyó y murió. Tras su muerte las canciones decía que los ríos
corren con oro.
El Señor de Los Anillos abre el libro primero con el viejo Bilbo
repartiendo unas monedas entre los espectadores, pero ningún fuego
de artificio para decepción de estos (estos regalos a los asistentes
se denominan en la tradición hobbit mathom). Tampoco dejó
ninguna moneda, joya o dinero a Frodo pese a que le legó sus tesoros
principales y más maravillosos.
En el túmulo de las Quebradas de su mismo nombre entre los tesoros
había objetos de oro, plata, cobre y bronce, perlas, cadenas y
ornamentos enjoyados, pero no se especifica que hubiese monedas. De
esos mismos túmulos proceden las poderosas dagas que Tom Bombadil
regala a los cuatro hobbits para su defensa.
Las canciones sobre Moria hablan de bóvedas de oro y suelos de
plata. Por eso Sam pregunta si quedan los montones de oro y joyas y
le responden que no, que fue saqueado por los orcos. Y que la riqueza
de Moria es el mithril, en su tiempo diez veces más valioso que el
oro y que ahora se había vuelto incalculable por su escasez, ya que
solo provenía de allí. El oro y las joyas eran solo juguetes para
los enanos de allí. El mithril podía ser trabajado como el cobre,
pulido como el vidrio y hacerlo más liviano, pero más duro que el
acero templado, con la belleza de la plata común pero sin mancha ni
deslustrado.
A la partida de Lórien se les regalaron capas con broches que
parecían una hoja verde con nervaduras de plata.
La compañía Gris
de montaraces del norte no porta ningún ornamento ni resplandor de
oro ni pedrería, insignias ni emblemas salvo una estrella de plata
que les sujetaba el manto en el hombro izquierdo. En el paso del
sagrario el rey de los Malditos porta un plaquín de oro, cinturón
de oro y granates y un yelmo también de oro.
También podemos remontarnos a tiempos más pretéritos como referencia. En el Silmarillion no hay menciones a monedas, solo a tesoros. Si
bien muchos señores portan armas, vestiduras, armaduras y joyas de
oro o plata, hay también algún tesoro, como el de Nargothrond,
compuesto de oro y gemas. Esos tiempos antiguos, sin embargo, son el
pasado perdido y la mayoría de sus tesoros se perdieron con la caída
de Beleriand. Solo algunos artefactos de antaño se conoce que
perduraron y de otros solo queda el recuerdo legendario. Entre estos
tesoros destacan algunas armas mágicas que llegaron a edades
posteriores: Dardo, Orcrist (Hendedora de trasgos, la Mordedora para
estos) o Glamdring (Martillo de enemigos o de la horda estridente).
El cuerno de Vorondil, si bien no aparece hasta ESDLA, procede de las
heredades de la casa de Húrin y era de cuerno de buey salvaje,
guarnecido de plata y adornado con caracteres. Algo parecido ocurre
con las Palantir, fabricadas por el mismísimo Fëanor en Eldamar y
que llegaron en número de 7 a la Tierra Media de mano de Elendil a
quien fueron regaladas, si bien no se les menciona hasta ESDLA.
En definitiva, dejando un poco los tesoros y volviendo concretamente
a las monedas, podemos ver que la función de medio de intercambio se
expresa muy poco en los libros y la función de conservación de valor se
refiere de forma genérica como plata y oro.