lunes, 31 de octubre de 2011

Calendario The Walking Dead

Para celebrar la noche de Halloween os traigo este enlace que ví hace unos días pero he reservado para hoy. Parece que en Fox España han tenido la idea de crear un curioso calendario con parte del famoseo patrio, pero maquillados como los muertos andantes de la serie con lo que el resultado es cuando menos curioso.

Os dejo el enlace para que valoréis vosotros mismos.

El sicario de Dios

Después de la hecatombe vampírica que han supuesto tanto la saga 'Crepúsculo' [maldita sea la hora en la que me convencieron para verla] y 'True Blood' [que aunque es algo más oscura, y se deja ver mejor, también tiene mucho del buenrrollismo vampírico de la primera], se agradece profundamente una película en la que los vampiros son malos malísimos y en la que además se da una visión de ellos más que alejada de lo que estamos acostumbrados.

Para empezar la película se basa en una cusriosa ucronía en la que la historia de la humanidad ha venido marcada por una contínua guerra contra los vampiros. Como detalle curioso en una película repleta de efectos digitales esta parte la cuentan en formato comic, no sé si sería por falta de presupuesto o no pero el resultado luce bastante.

A partir de aquí la película tiene mucho de western (al que hay multitud de guiños en todo el metraje) y de película heróica de toda la vida, con malo malísimo incluído y combate final que pretende ser apoteósico. Si finalmente os decidís a verla no esperéis algo que os deje pegados al sofá pero tal y como está el patio vampírico últimamente creo que es de las mejores de esta temática en los últimos tiempos.

viernes, 28 de octubre de 2011

Battlefield 3, Jet Carrier Take Off

No os perdáis el despegue y redordad que es es un vídeo in-game.

Brain Computer Interface

Pues sí, si no ha sido suficiente para vosotros un simulador de videojuego hiperrealista o poder mover objetos virtuales con vuestras manos, ¿qué os parecería moverlos con vuestra... mente? Pues eso precisamente es lo que se han planteado el investigador Bin He de la universidad de Minessota.

Por lo que se ve a este hombre no le han convencido ni los mandos de Nintendo ni la ausencia de ellos de Microsoft. Así que han estado investigando en un interfaz cerebro-máquina (antes de que os asustéis no invasivo) que permita dar comandos sencillos a la misma, de forma que podamos controlar con nuestra mente un pequeño objeto e ir esquivando los distintos obstáculos que nos plantean. En este enlace podéis encontrar algo más de información sobre el experimento.

En este vídeo podéis ver el dispositivo y un ejemplo (bastante primitivo) de control mental. Vuelvo a decirlo, el futuro nos está alcanzando.

jueves, 27 de octubre de 2011

El señor de los anillos: Guerra en el norte

Debo confesaros que a pesar de que 'invertí' una buena parte de mi adolescencia y mi más tierna juventud jugando a ESDLA, ése vetusto y fantástico juego con ésas interminables tablas de daños, críticos, hechizos,... la verdad es que no he jugado a ningún juego de ordenador basados en esta franquicia. No sé si ha sido porque no he querido tocar las imágenes que hay en mi mente de los libros, sumadas a las de las partidas en las que dedicamos horas y horas a explorar los bosques de Rhovanion, entrar en las oscuras catacumbas del Rey Brujo o navegar en los barcos de velas rojas de los Corsarios. No sé si ha sido que ninguno de los productos que han ido ofreciéndonos, sobre todo aprovechando el tirón de las películas, me ha convencido mucho. O posiblemente que el poco tiempo que he tenido en los últimos años los he dedicado a otras fantásticas sagas.

El hecho es que por estas casualidades de internet me he topado con estos vídeos sobre este juego y después de visualizarlos no sé si jugaría o no al videojuego pero lo que sí se me han quedado han sido unas ganas tremendas de desenterrar de su retiro entre papeles a mi enano nivel 9 y aplastar algunas cabezas de orco.

¿Qué darías por tener en casa la espada de Ned Stark?

Pues si estás realmente interesado y tienes 270$ ahorrados más gastos de envío (que según la web para España son 80$) ya puedes tener la tuya en casa. Sólo tienes que solicitarla en esta web en la que por lo que se ve han querido aprovechar el tirón de los libros y la serie y han sacado unas cuantas para disfrute de los fans más acérrimos cuyas parejas les permitan tener esto en casa.

Por cierto, la espada no está hecha de 'acero valyrio', como podéis imaginar pero por lo que se ve en las fotos la capa de plata parece que da bastante bien el pego.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Near Earth Object Program

A raíz de leer la sinopsis del videojuego Rage, cuyo traíler trajo hace unos días Alvarf al blog, recordé este programa de la NASA donde básicamente controlan los objetos que pueden impactar con nuestro planeta en los próximos años.

En la página de inicio del programa podéis encontrar gran cantidad de información útil, pero creo que lo más interesante está en la tabla que mantiene el inventario de objetos observados y clasificados por riesgo según las escalas Palermo y Turín. Como podéis ver hay muchísimos objetos observados y afortunadamente sólo un par de ellos están marcados con un 1 en la escala de Turín, además la gran mayoría de ellos tienen una peligrosidad nula.

Para mí la verdad es que la escala Palermo siempre me ha parecido bastante engorrosa, aunque seguro que es mucho más significativa, pero un vistazo a la escala de Turín nos deja bastante claro el peligro que corremos. De hecho la tierra muestra cicatrices de alguno que ya nos ha visitado.

martes, 25 de octubre de 2011

Civilization IV Theme Guitar Cover

Que Civilization IV es un juego lleno de detalles creo que es algo que no se nos escapa a ninguno de los que lo hemos disfrutado. Que uno de sus detalles es su banda sonora creo que también es algo difícil de evitar reconocer. Y desde luego el tema que suena al inicio del juego es realmente bueno, para los que no lo conozcáis aquí lo tenéis:


Pues por una de las casualidades de la vida me he encontrado con un curioso cover de este tema con la guitarra de Sandra Bae:


Desde luego creo que es el último tema que esperaba encontrarme en este formato que normalmente copan éxitos bastante más famosos que este.

lunes, 24 de octubre de 2011

La fuerza del número

Por un momento olvidáos de las peleas coreografiadas a las que nos tienen acostumbrados en las películas de Hollywood, y planteaos el caos de una pelea entre un grupo grande de contendientes. Peor situación puede plantearse si uno de los bandos está formado por un sólo contendiente, y la peor de todas sería que el único contendiente fueras tú.

En la mayoría de las situaciones nuestros personajes en mesa se portarían como machotes y venderían cara su piel, pero... ¿cómo sería una situación real? ¿es esto una interpretación correcta?

En este vídeo se exploran precisamente estas reacciones, aunque por supuesto en clave de humor. Así que la próxima vez que vuestro querido personaje se encuentre en una de estas recordad que la reacción más lógica es... correr.

Natural User Interface

Como ya he comentado en alguna entrada estamos asistiendo en las últimas semanas a la presentación de tecnologías que nos transportan cada vez más al futuro. Ahora les ha tocado el turno a Microsoft que parece que están apostando seriamente por las tecnologías NUI de las que el ya conocido Kinect es sólo la punta del iceberg. En este vídeo vemos cómo con un conjunto de tecnologías (y seguro que con una potencia de proceso más bien brutal) podemos interactuar con objetos virtuales con nuestro cuerpo.

En el siguiente vídeo se puede ver la potencia de este tipo de interfaces, disfrutadlo y bienvenidos al futuro.


Por cierto, en este enlace tenéis más información si os interesa profundizar algo más.

viernes, 21 de octubre de 2011

El reloj del apocalipsis

Faltan 6 minutos para el apocalipsis, al menos éso es lo que opinan en la página doomsday-clock. En esta curiosa página revisan los sucesos que van ocurriendo y los valoran positiva o negativamente, de forma que alejan o acercan respectivamente los minutos que nos faltan para la autodestrucción.

Como curiosidad en el timeline el momento que más alejados hemos estados ha sido en 1991, justo después de finalizar la guerra fría se marcó el reloj a 17 minutos del apocalípsis.

Y el momento en el que hemos estado más cerca (2 minutos para el apocalípsis) fue en 1953 momento en el que las superpotencias del momento se hicieron con bombas de hidrógeno.

jueves, 20 de octubre de 2011

Ultimate Battlefield 3 Simulator

En la última semana están surgiendo multitud de noticias que parece que nos están empezando a transportar al futuro que nos han mostrado muchas películas de hace unas décadas. Lo último con lo que me he tropezado y que no he podido evitar compartir con vosotros es este simulador del videojuego Battlefield 3, en el que han utilizado un montón de tecnologías para que la experiencia de juego sea lo más realista posible.

Y es que además de poder moverte en el juego gracias a los rodillos en el suelo, la tecnología Xbox Kinect para detectar los movimientos del cuerpo, el sonido envolvente, las pantallas en 360º, etc. estos chicos han instalado 12 rifles de paintball para que sientas en tus carnes los impactos enemigos. Sólo me queda una pregunta... ¿qué habrán preparado para cuando te alcance una granada?


miércoles, 19 de octubre de 2011

Acero puro.

Mae, mía.

martes, 18 de octubre de 2011

Grandes en guerra (y VI).

Una nueva coalición, la Segunda Alianza, formada por Inglaterra, las Provincias Unidas, el Sacro Imperio Romano Germánico y la mayoría de los estados alemanes se enfrentó a la coalición formada por Francia, España, Portugal, Saboya y Baviera. A su vez, dentro de España se sustanciaba una verdadera guerra civil entre partidarios borbónicos y austriacistas. Luis XIV tenía por entonces 63 años, sus arcas estaban bastantes resentidas después de tantos años de guerra continua y sus ejércitos estaban más desgastados y dirigidos por mariscales menos brillantes que Conté o Luxemburgo. La guerra fue larga y en ella el ejército francés sufrió graves derrotas en todos los frentes, muchas de ellas a manos de John Churchill, primer duque de Marlborough: la Batalla de Höchstädt, en 1704, supuso el cambio de Baviera al bando contrario; la Batalla de Ramillies, en 1706, supuso la pérdida de las principales ciudades flamencas bajo control francés; mientras que la Batalla de Oudenarde, en 1708, supuso la evacuación total francesa de Flandes. Viendo como estaba el percal, Portugal y Saboya cambiaron de chaqueta. Sin embargo, los reveses franceses en Europa fueron acompañados de varias victorias de Felipe V dentro de la misma España, por lo que el conflicto, lejos de solucionarse, se alargó. Aunque los miembros de la Segunda Alianza vencían y desgastaban a Francia en todos los frentes, no eran capaces de doblegarla, a la vez que la misma España quedaba fuera de su control.

En el escenario del norte, entre tanto, tras haber vapuleado a los rusos en Narva, Carlos XII lanzó su ejército contra Polonia-Sajonia, a quienes infringió sucesivas derrotas, haciéndose con el control del territorio y lanzando una ofensiva contra Ucrania. Pedro I ordenó la retirada del ejército ruso hacia el sur, siguiendo una estrategia de tierra quemada, desgastando al ejército sueco y alargando sus líneas de comunicación a la espera de un momento propicio para combatir. En 1709, en la Batalla de Poltava, los rusos obtenían ante los suecos una victoria decisiva, poniendo fin a la invasión sueca y forzando a Carlos XII a exiliarse en territorio otomano. Otros efectos fueron la restauración del monarca polaco-sajón, aliado de Rusia, y la vuelta de Dinamarca al conflicto. En 1711 Pedro el Grande se ve obligado a desplazar a parte de su ejército al sur, ante la ofensiva del Imperio Otomano, pero la campaña es un desastre y el zar se ve forzado a devolver los puertos capturados en el Mar Negro en 1696, siendo a cambio expulsado de su territorio, por el sultán, Carlos XII de Suecia. Mejor le fueron las cosas a los rusos en el norte, conquistando Livonia a los suecos y ocupando la mayor parte de Finlandia, amenazando ya la supremacía naval sueca.

Entre tanto, la muerte vino a echarle una mano al viejo Luis el Grande, llevándose con ella al hermano del Archiduque Carlos, por entonces el emperador José I. La posibilidad de que la Corona de España recayera también sobre el nuevo emperador hizo a Inglaterra dar un paso atrás y aceptar la paz que venían pidiendo desde hace tiempo los franceses. En 1714 se firmaba el Tratado de Utrecht, mediante el cual Felipe V quedaba reconocido como rey de España, si bien a costa de que sus posesiones en Paises Bajos e Italia se dividieran entre Austria y Saboya, mientras que Gibraltar y Menorca pasaban a control inglés. Nuevamente la mayor parte de la factura iba a cargo de España. Luis XIV tuvo que reconocer a Guillermo III como rey inglés legítimo, renunciando apoyar en lo sucesivo a los jacobitas, y ceder alguna colonia ultramarina a Inglaterra, sin embargo pudo recuperar el control de la mayor parte de sus dominios en Europa, los cuales le habían sido arrebatados por las armas. A todo esto, la hambruna se extendía por una Francia desangrada como una plaga sin control. Los excesos bélicos y la alta política, como siempre, tan beneficiosos para el pueblo llano.

El 1 de septiembre de 1715 fallecía de gangrena Luis XIV de Francia, llamado el Grande, el Rey Sol, a los 77 años de edad y tras 72 de reinado. Había visto morir a todos sus hijos y nietos legítimos, por lo que fue sucedido en el trono por un bisnieto. Acababa el reinado de uno de los monarcas más brillantes de todos cuanto ocuparon el trono francés.

Por su parte, los suecos estaban extenuados y se veían superados en todos los frentes, acudiendo otras naciones a sacar tajada de su debilidad. Ingleses y holandeses, finalizada la Guerra de Sucesión, meten baza para finiquitar el dominio marítimo sueco sobre el Báltico, a la vez que una emergente Prusia veía la oportunidad de ampliar sus territorios a costa de la debilitada Suecia. En 1716 Suecia perdía sus últimas posesiones en Finlandia y Alemania, intentando los suecos finalizar el conflicto por la vía diplomática. Ansiosos por conseguir mayores ganancias territoriales daneses y rusos, continuaron la guerra, que los suecos llevaron a Noruega con la finalidad de compensar por allí los territorios que estaban perdiendo. La campaña en Noruega fue un desastre que le costó la vida al mismísimo Carlos XII, abriéndose el escenario final de la guerra. Inglaterra firmó una alianza con Suecia que garantizaba su supervivencia pese a las graves pérdidas territoriales que sufrió por los tratados de paz que pusieron fin a la Gran Guerra del Norte. Por su parte, Pedro el Grande fue el gran beneficiado del conflicto, quedando Rusia como la gran potencia marítima del norte y ganando un gran peso en el plano político internacional.

Tras firmar la paz con Suecia, Pedro I, entronizado ya como emperador ruso, pudo dedicarse a consolidar importantes reformas internas que había iniciado ya de forma paralela durante tantos años de lucha, no sólo internacional, sino interna, pues fueron frecuentes los alzamientos locales ante la política policial y absolutista que el zar impuso en su país. Fruto del interés de Pedro el Grande por el Báltico, la capital rusa fue trasladada a San Petesburgo, de nueva fundación; instauró el calendario juliano, que perduraría en Rusia hasta 1917; fomentó la educación y dio mayor libertad a las mujeres, permitiéndoles cierta vida social, al estilo europeo; reformó la Iglesia Ortodoxa Rusa; limitó el poder de los boyardos y suprimió la Duma, con el fin de afianzar su poder interno; reformó el sistema fiscal para mejorar la recaudación e impulsó la industria y el comercio; imponiendo la reestructuración no sólo administrativa sino social del país.

En 1725 falleció Pedro el Grande, sin descendencia masculina, abriéndose un largo periodo de inestabilidad política, sucediéndose en el trono zarinas y zares de breve reinado hasta la llegada, ya en 1762, del primer personaje femenino de estos artículos: Catalina la Grande.

lunes, 17 de octubre de 2011

Grandes en guerra (V).

A finales del siglo XVII, el poderío de Francia era tan insultante que provocó la unión de las principales naciones europeas contra ella, aunque entre ellas mismas llevaran décadas sacándose los ojos. En 1686 se formaba la Liga de Ausburgo a instancias del emperador Leopoldo I, llegando a formar parte de la misma en distintos momentos: el Sacro Imperio Romano Germánico, España, Inglaterra, Portugal, Suecia, Provincias Unidas, Austria, Baviera, Brandeburgo, Países Bajos, Palatinado, Sajonia y Saboya. Esta alianza nació para la guerra contra Francia, la cual estalló en 1688 cuando Luis XIV ordenó la invasión del Palatinado. La Guerra de los Nueve Años enfrentó a los ejércitos alemanes contra los franceses en las inmediaciones de la frontera natural del Rin durante años, asestándose ambos bandos golpes alternativamente. Sin embargo, el conflicto se extendió a otros escenarios pues el resto de naciones quisieron aprovechar la supuesta debilidad francesa.


En 1688 la Revolución Gloriosa acababa en Inglaterra con el derrocamiento de Jacobo II y la entronización de Guillermo de Orange y su esposa María II de Inglaterra, hija de Jacobo. Coronado como Guillermo III, el holandés adhirió el país a la Liga de Ausburgo, pasando ésta a llamarse la Gran Alianza. Para desactivar este nuevo frente, Luis el Grande puso al derrocado Jacobo II al mando de un ejército francés que desembarcó en Irlanda en 1689, sin embargo, los jacobitas fueron vencidos por los guillermistas al mando de John Churchill, I duque de Marlborough. Jacobo II tuvo que olvidarse definitivamente de la corona inglesa, pero su identificación como líder católico frente a los protestantes ingleses hizo que tanto él como su hijo fueran aclamados como candidatos al trono escocés en las revueltas que sacudieron esa región durante el siglo XVIII y que tuvieron su punto y final en la Batalla de Culloden.

El conflicto también se extendió por los Países Bajos donde el poderío del ejército francés, capitaneado por el Duque del Luxemburgo, se impuso en repetidas ocasiones al ejército aliado, destacando su victoria en Fleurus en 1690. Francia mantuvo activo hasta seis ejércitos a la vez en los distintos frentes, movilizando hasta casi cuatrocientos mil hombres, sin que su capacidad militar se resintiera e incluso llevando la iniciativa la mayor parte de las veces. La tropa era profesional y usaba equipo estandarizado, incluyendo las nuevas bayonetas que comenzaban a dejar obsoleto el uso de picas. Fue en el apartado naval donde los franceses pasaron más apuros, aunque su flota comenzó la contienda con todo su potencial y alguna victoria puntual, la superioridad numérica del combinado anglo-holandés y la derrota en La Hogue, en 1692, dejaron los navíos franceses anclados a puerto el resto del conflicto y sin capacidad de recuperación, destinándose los recursos franceses al ejército de tierra de forma prioritaria.

En 1693 el ejército francés consigue una victoria decisiva en la Batalla de Marsaglia, rompiendo el frente piamontés y amenazando toda Saboya. El conflicto se resolvió en 1696 con la defección del duque de Saboya del bando aliado, el cual mediante el Tratado de Turín se pasaba al bando francés con el fin de salvar los muebles. Con este acuerdo, Luis XIV desactivaba uno de los frentes y podía fortalecer los otros, avanzando simultáneamente sobre Barcelona y Milán, a la vez que se reforzaba el frente del norte. Tras nueve años de guerra las potencias beligerantes firmaron la paz mediante el Tratado de Rijswijk en 1697, el cual consistió en un complejo intercambio de cromos internacional que dejaba las cosas más o menos como antes del conflicto. Para variar, España no salió muy perjudicada ya que se le restituyó Cataluña, ocupada por el ejército borbónico, en lo que se supone un primer movimiento de Luis el Grande hacia el nuevo conflicto que se avecinaba: la Guerra de Sucesión Española.

Entre tanto, en Rusia fallecía Ivan V, quedando Pedro I como único zar a partir de 1696, lo que unido a la defección de la regente Sofía unos años antes, dejaba las manos libres por fin a este competente monarca hasta entonces eclipsado en la gestión de gobierno. Pedro soñaba con hacer de Rusia una potencia marítima y lo primero que hizo fue reestructurar el ejército al estilo europeo, con el fin de usarlo posteriormente para luchar por ganar salidas al mar tanto por el Báltico como por el Mar Negro, el primero controlado por Suecia y el segundo por el Imperio Otomano. A cambio de la cesión de Kiev, el zar prestaba su apoyo a los polacos para luchar contra tártaros y turcos, y lanzaba dos potentes campañas en dirección a Azov, la cual tomaba el mismo año. Se fundó Taganrog, la primera base naval rusa, desde donde se impulsó la construcción de una potente flota. Para hacer frente al poderío otomano, Pedro el Grande, que además de gran líder medía dos metros, dirigió la conocida como Gran Embajada que recorrió los principales países europeos, de la cual obtuvo importantes conocimientos y contactos, aunque el objetivo primario fracasó al no estar dispuestos ni franceses ni austríacos a apoyarlo contra los turcos, con quienes firmó la paz.

El zar ruso decidió entonces que su objetivo sería el Báltico, por lo que el conflicto con Suecia estaba servido. En 1699 se formaba una alianza entre Dinamarca, Polonia-Sajonia (ambos territorios compartían gobernante) y Rusia, para combatir a la Suecia de Carlos XII, un rey militar digno del legado de Gustavo II Adolfo, quien ya en 1700 demostró sus excelentes dotes militares. En el mismo año desembarcó en territorio danés obligando a este país a una rápida rendición e infligió a los rusos una contundente derrota. En la Batalla de Narva, con una inferioridad de uno a diez, los suecos perdieron a menos de setecientos hombres mientras que las bajas rusas ascendieron a más de veinte mil muertos, demostrando lo que un ejército profesional bien organizado podía hacer contra una turba de campesinos mal dirigidos. Pedro el Grande aprendió que aún le quedaba mucho camino por recorrer en la reforma de su ejército, aplicándose con éxito a ello.

Otro factor que de forma incidental intervino en el fracaso de la Gran Embajada fue la delicada salud de Carlos II y su falta de descendencia, pues esta circunstancia ponía en el tapete de la diplomacia europea la lucha por el control de la corona española y los múltiples territorios bajo su dominio, incluyendo los de ultramar. Las principales potencias comenzaron a postular a sus candidatos en base a reclamaciones sucesorias más o menos sólidas: el rey Luis XIV apostaba por Felipe, Duque de Anjou; el emperador Leopoldo I, postulaba a Carlos, Archiduque de Austria; mientras que el monarca Guillermo III defendía la candidatura de José Fernando, Príncipe de de Baviera. Las principales potencias europeas firmaron un Primer Tratado de Partición que cedía la corona al candidato bávaro, a cambio de repartir todas las posesiones españolas en Italia entre franceses y austríacos. La muerte de José Fernando llevó a la firma de un Segundo Tratado de Partición, mediante el cual se asignaba la corona al Archiduque Carlos a cambio de que todos los dominios españoles en Italia pasaran a control francés. En ultima instancia, esto no sirvió de mucho puesto que Carlos II rechazó los tratados ya que suponían la desmembración de una parte importantísima de los dominios españoles, por lo que optó por nombrar heredero a Felipe de Anjou, en el deseo de mantener la unidad de los territorios españoles bajo el paraguas ofrecido por el poderoso Luis XIV. Le guerra comenzó en 1701.

viernes, 14 de octubre de 2011

The thing [2011]

Ya llevamos muchos años viendo como parece que los guionistas se quedan sin ideas y las grandes productoras apuestan por actualizar títulos que fueron un éxito en el pasado para tratar de sacar dinero con una inversión menor. En este caso traemos el remake para este año de 'La cosa' de la que ya hablamos hace tiempo en el blog.

Por ahora lo único que he visto es este trailer que os traigo, pero os aseguro que aunque echo de menos algo más de originalidad acabaré viéndola.

jueves, 13 de octubre de 2011

Grandes en guerra (IV).

Desde el primer momento Luis XIV tuvo que lidiar con importantes asuntos, el primero de ellos finiquitar la guerra que mantenía con los Habsburgo a nivel europeo. Dos años después de Rocroi, en 1645, el ejército francés conseguía sendas victorias, en Jankau y Nördlingen, dejando a Baviera fuera de la guerra. El avance francés hacia territorio imperial continúo y en 1648 prácticamente sólo Austria quedaba bajo control del emperador, por lo que el nuevo emperador, Fernando III, se vio obligado a aceptar los términos de la Paz de Westfalia, por la cual el Sacro Imperio Romano Germánico no sólo cedía importantes regiones a Francia, sino que aceptaba una mayor autonomía de los principados alemanes, lo cual debilitó profundamente el poder imperial. Los suecos por su parte, conseguían grandes cesiones territoriales en el norte de Alemania y con ello el ansiado dominio del Báltico. Vencidos los imperiales, Luis XIV pretendió el aislamiento internacional de España, la cual sin embargo aprovechó la misma conferencia de paz para finiquitar su largo conflicto con las Provincias Unidas, a las cuales les fue reconocida la independencia, aunque la guerra con los españoles siguió activa con el apoyo de la Inglaterra de Oliver Cromwell.

En la Batalla de las Dunas, en 1658, se iba a tomar por culo definitivamente la supremacía militar que los tercios habían dado a España durante más de un siglo. La consecuencia política directa fue la firma del Tratado de los Pirineos, del cual obtuvo Francia importantes cesiones territoriales, como el Rosellón o el condado de Artois, además de la boda de Luis con la infanta española María Teresa de Austria, incluyendo una suculenta dote de medio millón de escudos de oro. Al menos, los franceses dejaron con el culo al aire a los catalanes, que al perder el apoyo Borbón se fueron viniendo abajo hasta que la revuelta independentista fue totalmente sofocada. Distinto final tuvo la revuelta en Portugal, en 1665, infligían al ejército español una contundente derrota en Villaviciosa, que llevaría a la firma del Tratado de Lisboa en el cual se reconocía la independencia del país de la Corona española.

Pero esto ya no llegaría a verlo Felipe IV, quien fallecía en septiembre de 1665, dejando el país en manos del único varón legítimo que le había sobrevivido, nada menos que Carlos II el Hechizado, quien por entonces tenía cuatro años, para regocijo de los enemigos de España. Luis XIV, por su parte, veía una nueva oportunidad para dar otro gran bocado a territorio español. En 1667 el ejército francés, al mando del brillante Príncipe de Condé, invadió el Franco Condado con la excusa del impago de la dote de boda entre el monarca francés y la infanta española.
Era la puntilla para una España exhausta que no pudo hacer frente a la acometida francesa, la cual sólo se vio frenada por la intervención internacional. Inglaterra, Suecia y las Provincias Unidas, hasta hace pocos años aliadas de Francia, formaron la Triple Alianza para venir a decirle a Luis XIV que ya estaba bien de expandirse tanto que, al fin y al cabo, no dejaba de ser un monarca católico con demasiado poder. Por el Tratado de Aquisgrán se ponía fin a este conflicto, llamado Guerra de Devolución, por el cual Francia obtenía nuevos territorios, llevando a efecto la política ya iniciada por Richelieu de alejar las fronteras lo más posible de París a costa de los españoles.

La valía de Luis XIV se demostró también en el juego diplomático, obteniendo en 1670 una alianza con Inglaterra que rompía la Triple Alianza protestante que tan poco le había agradado al monarca francés. Desde 1660 Inglaterra estaba gobernada por otro Carlos II (ojalá hubieran tenido los ingleses muchos monarcas como ese) quien se pasó casi todo su reinado a dos velas, malvendiendo territorios y firmando acuerdos como el Tratado de Dover, en 1670, por el cual a cambio de una fuerte compensación económica, se comprometía a apoyar a Francia en la invasión de las Provincias Unidas y, lo que es más sorprendente, a convertirse al catolicismo y también a su país.

Con esta alianza en el bolsillo, Luis XIV envió un potente ejército de noventa mil hombres a las Provincias Unidas con el que pronto ocupó la mayor parte del país, sin embargo, seguro de su victoria, el avance francés fue lento y demasiado confiado, dando tiempo a los holandeses a organizar su defensa llevando a cado medidas tan drásticas como inundar sus campos y asesinar en linchamiento público al estatúder pro-francés que los gobernaba. Este asesinato quizás fue promovido por el sucesor en el puesto, Guillermo de Orange, personaje de larga trayectoria política que acabaría haciéndose también con las coronas inglesa, irlandesa y escocesa. Entre tanto, en 1672, en la lejana Rusia nacía Pedro, de la dinastía Romanov, hijo del zar Alexis I, en un enrarecido ambiente palaciego que avecinaba conflictos.

En Holanda la resistencia militar en tierra se recrudeció, pese a la victoria de Turenne en la batalla de Turckheim, en 1675, la cual serviría de inspiración a Napoleón para Austerlizt. Por otro lado, nada menos que cuatro victorias consecutivas de la flota holandesa contra la escuadra inglesa provocaron que Inglaterra abandonara la contienda.
Guillermo de Orange resultó un hábil diplomático que cerró una rápida alianza con el emperador alemán y el monarca español, lo cual extendió el conflicto y lo empantanó. En 1678 Luis XIV conseguía la paz en los Tratados de Nimega, donde la mayor parte de la factura la pagó la debilitada España mediante la cesión del Franco Condado. El Sacro Imperio Romano Germánico empezaba un lento declive agudizado por el expansionismo de los otomanos, quienes llegaron a asediar Viena en 1683.

Entre tanto, en Rusia falleció el zar, siendo sucedido por su hijo Teodoro III, hermanastro del infante Pedro, de breve reinado pues falleció a los seis años de ceñir la corona, en 1682, sin descendencia.
Se abrió entonces una sangrienta lucha interna por el control del país, llegándose a una solución de compromiso con el nombramiento de dos zares hermanastros, Pedro I e Iván V, bajo regencia de Sofía Romanov, hermana de este último.

La década de 1680 vio elevada a Francia a potencia dominante del continente, Luis el Grande se había convertido en el principal árbitro de la política europea, tenía tan sólo cuarenta años, gozaba de buena salud y poseía una ambición sin límites. El acierto del monarca francés en política exterior no sólo se demostró en el ámbito bélico, sino también en el diplomático y comercial, fomentando las relaciones con territorios tan alejados como Siam y Persia, e impulsando exploraciones y conquistas por todo el globo terráqueo, destacando entre estas las realizadas por René Robert Cavelier de La Salle, quien llamó la Luisiana a los territorios adquiridos en la cuenca del Missisipi en su nombre.

A nivel interno, el Rey Sol supo rodearse de hábiles ministros como Jean-Baptiste Colbert, quien triplicó los ingresos de la Corona durante su brillante gestión, o el marqués de Vaubán, eminente ingeniero militar que mejoró las defensas y fortificaciones de más de trescientas localidades. Con el fin de afianzar su poder, el monarca maniató tanto al clero como a la nobleza, a la cual arrastró a vivir en el nuevo Palacio de Versalles bajo su atenta vigilancia, a la vez que promocionaba a plebeyos fieles y competentes a puestos ministeriales. Alejados de sus feudos y de los cargos públicos más importantes, los miembros de la alta nobleza quedaban relegados a la condición de cortesanos.

En materia eclesiástica, Luis XIV reunió a los principales eclesiásticos gabachos y les vino a decir: aquí mando yo, luego dios y luego el papa, cosa que a ellos les pareció muy razonable. El papa protestó algo, pero el caso es que ni sus legados entraban en Francia, ni sus normas eclesiásticas se aplicaban, si el monarca absolutista no daba el visto bueno antes. Sin embargo, Luis XIV se valió del Catolicismo para consolidar la unión nacional. De este modo, promulgó en 1685 el Edicto de Fointaneblau, el cual derogaba el Edicto de Nantes y declaraba que sólo el Catolicismo era la religión legal en Francia, proscribiendo otros cultos como el Protestantismo. La medida fue complementada con la realización de dragonadas, es decir, soltarle la correa a unidades de dragones para que saquearan a su antojo poblaciones francesas donde anidaba el protestantismo.

La reina falleció en 1683, y como Luis estaba ya devuelta de todo, en lugar de buscarse una nueva esposa del mismo rango, se casó con quien le dio la gana. La agraciada fue una de sus múltiples amantes, a quienes tenía a sopa y mantel en la corte haciéndoles bastardos. Una docena tuvo, además de seis hijos legítimos. El matrimonio, eso sí, fue secreto o todo lo secreto que podía serlo en una corte con miles de ojos y oídos, ya que la esposa, madame de Maintenon, tenían un curriculum para sacarle los colores a cualquier aristócrata que se preciara: nació en la cárcel donde estaba encerrado su padre por falsificador, fue criada por una tía hugonota en la fe protestante, se casó con un poeta paralítico de quien enviudó al poco, y consiguió el puesto de institutriz de unos bastardos reales demostrando ser mejor amante que la amante del rey, a quien fue enamorando hasta que la hizo marquesa y se casó con ella.

martes, 11 de octubre de 2011

Grandes en guerra (III).

Alarmado por la paliza que los protestantes estaban dándole a su pariente Fernando II, Felipe IV ordenó a su hermano Fernando de Austria, el cardenal infante, que fuera a Alemania con un ejército a echarle una mano a los católicos. Allá que fueron los tercios, en 1634, a demostrar en el campo de batalla de Nördlingen como se mataban herejes. En la colina de Allbuch, los españoles rechazaron hasta quince cargas de los regimientos suecos, los cuales quedaron deshechos, facilitando así la victoria final. Nördlingen fue el mayor triunfo de los ejércitos españoles durante el reinado de Felipe el Grande y provocó la firma de la Paz de Praga de 1635, mediante la cual protestantes y católicos alemanes dejaban de macizarse, para descanso del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, aunque con ello tuviera que legalizar el calvinismo en sus dominios.

A la pareja Luis XIII-Richelieu no les cuadró mucho este enjuague ya que el poder de los Habsburgo en Europa seguía siendo a su juicio excesivo, por lo que decidieron intervenir militarmente en el conflicto apoyando a holandeses y suecos, a quienes ya venían untando considerablemente, abriéndose así la última y definitiva fase de la Guerra de los Treinta Años en la cual, con el atrezzo de las guerras de religión, se estaba sustanciando la supremacía internacional en el continente. Tras un tímido avance francés sobre Flandes, el ejército español, al mando de Fernando de Austria nuevamente, lanza en 1636 una poderosa ofensiva contra territorio francés que, tras concatenar varias victorias, lo lleva a las mismas puertas de París. Sin embargo, se ve obligado a replegarse al haber extendido demasiado sus líneas de abastecimiento.

En 1638 nace “el niño del milagro”, el ansiado heredero de Luis XIII, al cual ya se le estaba pasando el arroz pues tenía por entonces treinta y siete años, amén de una débil y enfermiza salud. El nacimiento del heredero vino acompañado de una contraofensiva francesa en todos los frentes, amenazando el norte de Italia, aislando Flandes, y avanzando hacia el sur con la toma de la fortaleza de Salses en el Rosellón. Se llega así a una situación de empate estratégico en la que se suceden frecuentes batallas, con alternancia de victorias y derrotas que no desbloquean el conflicto, hasta que los acontecimientos se precipitan con una grave crisis interna en España, en la cual estallan cuatro revueltas simultáneas. La ya de por sí desafortunada política exterior española se ve comprometida, de este modo, por la nefasta política interior de Felipe IV.

Las fricciones entre Cataluña y la Corona venían de lejos, ya que los principales órganos representativos de la oligarquía de la región, la Generalidad de Cataluña y el Consejo de Ciento de Barcelona, se oponían a aportar más tropas o dinero para la guerra. El avance francés hacia los Pirineos provocó la entrada de tropas castellanas en Cataluña, las cuales no tuvieron nada mejor que hacer que saquear un poquito de paso, calentando en exceso al pueblo y provocando en 1640 el Corpus de Sangre, un alzamiento de los segadores (los del himno de Els Segadors) duramente reprimido. La consecuencia inmediata fue el estallido de una insurrección en todo el territorio, proclamándose por los dirigentes locales la República Catalana, si bien la cosa se les fue de las manos y derivó en una verdadera revuelta social en la que ni los oligarcas catalanes pudieron evitar pillar rasca. Los catalanes se aliaron rápidamente con los franceses, quienes metieron tropas en el territorio y consiguieron el reconocimiento de Luis XIII como monarca. Paradójicamente, los catalanes, que llevaban decenas de años intentando evitar su participación en las guerras internacionales, vieron su propio territorio convertido en un campo de batalla y a su gente morir a miles durante la década que duró este conflicto, más allá incluso del fin de la Guerra de los Treinta Años, cuando se vieron entonces abandonados por unos franceses que ya no los necesitaban.

La segunda revuelta que estalla en España en 1640 es la de Portugal, la cual tuvo mejor final que la catalana para los insurgentes. La situación en el país vecino también estaba muy deteriorada, con un descontento popular en aumento por la presión fiscal y el reclutamiento de tropas, recursos con los cuales se financiaban guerras que se consideraban ajenas a los intereses portugueses. A esto se sumaban los movimientos interesados de la nobleza portuguesa, la cual perdía títulos y rentas en beneficio de los castellanos, negándoseles además la participación en el lucrativo mercado americano. Una conspiración dirigida por influyentes nobles asalta el Palacio de Lisboa y captura a la virreina Margarita de Saboya, proclamando a renglón seguido rey de Portugal al duque de Braganza, con el nombre de Juan IV. La guerra duró 28 años, durante los cuales los portugueses pudieron frenar todos los intentos españoles de retomar el control del país por las armas, ya que sus mejores tropas se encontraban dispersas por Cataluña y el resto de Europa.

Las otras revueltas que se produjeron en España fueron las de Aragón y Andalucía. La primera de ellas, con unos antecedentes similares a los catalanes, pudo ser reprimida por la fuerza con rapidez, quedando el reinado del duque de Hijar en una efímera anécdota. Por su parte, ya en 1641, es el Duque de Medina Sidonia quien orquesta en Andalucía un alzamiento similar, en connivencia con su hermana Luisa María Francisca de Guzmán, por entonces esposa del flamante nuevo rey portugués. Sin embargo, la conspiración fue abortada a tiempo, pagando la factura con su vida el marqués de Ayamonte, y salvando los muebles el duque, al igual que había pasado en Aragón. Ya sabéis, si queréis romper España, haceros duques primero por si la cosa se tuerce.

En pocos meses se suceden importantes cambios de protagonistas. En diciembre de 1642 fallece “La eminencia roja”, que será sustituido por el Cardenal Mazarino. En enero de 1643, agotado su crédito político por la caótica situación nacional, el conde-duque de Olivares cae en desgracia y es desterrado, asumiendo directamente las labores de gobierno el mismísimo Felipe IV. En 1643, siguiendo hasta el final los pasos de Richelieu, fallece Luis XIII, quien no pudo disfrutar por cinco días una de las mayores victorias militares de su país en esta convulsa época.

Luis XIV, que sería conocido como Luis el Grande o de forma más común como El Rey Sol, fue coronado con tan sólo cinco años, el 14 de mayo de 1643, estando sometido a regencia de su madre hasta los 13 años, durante los cuales y alguno más actuó como primer ministro francés Mazarino. Su reinado fue uno de los más largos de la historia y conforma el prototipo de gobierno absolutista. Su padre, Luis XIII, ayudado por su competente ministro el cardenal Richelieu, le había allanado bastante el camino legándole un país sólido y centralizado, con la nobleza acogotada, los hugonotes metidos en cintura y unas fronteras en expansión y defendidas por un ejército veterano. Su coronación tuvo como regalo, el 19 de mayo de 1643, la victoria francesa en Rocroi.

Con el fin de aliviar la presión en otros frentes, el ejército de Flandes, al mando de su Capitán General Francisco de Melo, invadió el norte de Francia asediando la villa de Rocroi. El ejército francés, al mando de Luis II de Borbón-Condé, por entonces Duque de Enghien, se dirigió a su encuentro con idea de presentar batalla. La victoria de la caballería francesa, la rápida retirada de las tropas italianas y la falta de refuerzos dejaron aislados a los tercios españoles, que sufrieron su primera gran derrota en campo abierto, si bien Condé no las llevó todas consigo y tuvo que aceptar condiciones de rendición honrosas propias de fortaleza asediada, algo realmente inaudito, permitiendo a los dos últimos tercios salir del campo de batalla con las banderas desplegadas, en formación y conservando las armas. La victoria francesa no fue decisiva para la contienda, pero marcaba el inicio del fin de la supremacía militar española.

Mención especial merece el futuro Príncipe de Condé, que sería conocido como El Gran Condé. De familia de la alta nobleza, su madre fue madrina de Luis XIV y se desposó con una sobrina de Richelieu, si bien su privilegiada situación en la Corte le ganó demostrando su competencia como militar, equiparable con la de su coetáneo Turenne. Ambos generales tomaron parte activa en la Fronda, una sublevación interna de la alta nobleza francesa durante la minoría de edad del monarca, actuando de forma alternativa en cada bando, lo que produjo la contradicción de que la misma persona que lideró el ejército francés en Rocroi liderara tropas españolas en algunas de las principales batallas de la guerra que mantenían ambas naciones, como Valenciennes o las Dunas, para posteriormente volver a dirigir los ejércitos franceses durante la Guerra de Devolución, de la que hablaremos en el próximo artículo.

lunes, 10 de octubre de 2011

Futuro perdido, un poco de post-ap serie B

Si una cosa buena tiene estar recluido en casa con fiebre es que puedes aprovechar los intervalos de lucidez para ver el tipo de películas que normalmente no podrías disfrutar en familia, y como os imagináis estoy hablando de ésas fantásticas películas de serie B que tan difíciles se les hacen a vuestra pareja.

Esta en particular es lo que se viene en llamar un telefilme, vamos una película hecha directamente para televisión en la que ni de lejos se gasta lo mismo que para una producción cinematográfica pero que de todas formas no está mal para echar un rato.

Por supuesto no esperéis efectos especiales de infarto y la historia está hilvanada en base a muchos retazos de otras películas. Empezamos con un entorno similar a Apocalypto y acabamos viendo como los protagonistas tienen que realizar una misión al más puro estilo Fallout. La música deja que desear y los actores, a excepción de Sean Bean que parece que se ha hecho con un hueco en casi toda producción friki que se precie, son de segunda fila (a lo que el doblaje tampoco acompaña). Pero si estáis aburridos y tenéis hora y media que dedicar al frikismo es una opción mucho mejor que la mayoría de cosas que nos llegan desde la caja tonta.

domingo, 9 de octubre de 2011

STORM: Un proyecto de videojuego

A raíz de la entrada sobre Pioner One que publicamos hace unos días recordé haber visto hace algún tiempo un proyecto similar pero para un videojuego que los propios autores definen como similar a Fallout o Metro 2033.

En la página oficial de kickstarter tenéis más información al respecto pero teniendo en cuenta que han acumulado sólo 262$ de los 30.000$ que necesitan para realizar el proyecto muy problablemente no llegue a desarrollarse nunca.

De todas formas los vídeos que se muestran están muy por debajo de la calidad de los juegos a los que estamos acostumbrados últimamente, Fallout 3 y New Vegas son buenos ejemplos de calidad técnica, artística y de guión.

viernes, 7 de octubre de 2011

Rage.


Coches y tiros en ambiente post apocalíptico. La crem de la crem.





Página oficial.

jueves, 6 de octubre de 2011

Grandes en guerra (II).

En 1621, Gustavo II Adolfo el Grande, comandaba uno de los mejores ejércitos del continente y se dispuso a ponerlo a prueba conquistando la ciudad alemana de Riga, bajo protección de Polonia, produciéndose un recrudecimiento del conflicto entre ambas naciones. Por estas fechas fallece el monarca español, siendo coronado con tan sólo dieciséis años Felipe IV quien, como ya dijimos, nombra valido a su hombre confianza. El dúo Felipe IV-Olivares ha sido muy distorsionado por la literatura y el cine. Lo que más vende, sin duda, es imaginar a un rey vago y putero dominado por un ministro taimado y manipulador. Yo no creo que la relación entre ambos fuera tan extrema ni que el monarca estuviera sometido al valido, más bien creo que Felipe se dejó guiar por el conde-duque en una verdadera relación de amistad y confianza, compartiendo con él sus líneas políticas de actuación, pasando ahora a analizar los principales elementos de su política interior.

Felipe IV el Grande, llamado también el Rey Planeta, impulsó una política de unificación nacional en varios niveles: se fomentó el crecimiento demográfico; se impulsó la educación, dando cuerda a los jesuitas; se realizaron reformas legales para unificar la dispersa normativa; se acometieron reformas administrativas, tomando medidas para luchar contra la corrupción existente; y se aprobaron reformas fiscales con el fin de mejorar la recaudación. Sin embargo, estas actuaciones chocaron de lleno con la oposición de la influyente nobleza, quedando la mayoría en agua de borrajas.


Especialmente preocupante fue el fracaso al intentar aumentar los impuestos a la nobleza, ya que los ingresos no aumentaron lo esperado pero los gastos se dispararon a causa de la costosa política exterior, que luego analizaremos. Felipe IV y su valido el conde-duque de Olivares tuvieron entonces que recurrir a lo que ahora se llama ingeniería financiera, es decir, a inventarse cosas con tal de sacar pasta por donde fuera: subida de impuestos a las clases bajas; venta de juros y cargos públicos; devaluación de moneda; préstamos a banqueros judíos; incautación de metales procedentes de las Indias; nuevas contribuciones de las Cortes de Castilla; y, en última instancia, la bancarrota. Todo fue insuficiente para la política imperial, España sufrió una recesión económica gravísima acompañada de una inflación galopante.

Otro sonado fracaso a nivel interno fue la Unión de Armas, mediante la cual el monarca intentó asegurar la capacidad militar del imperio, forzando a cada uno de los territorios que lo formaban a aportar un número de tropas fijo, así como su mantenimiento económico. Hasta entonces Castilla venía soportando el peso económico y humano de la política exterior de los Austrias y sus incesantes guerras en Europa, y así siguió siendo ya que la Unión de Armas fracasó por la oposición interna, especialmente de Cataluña y Portugal.


En el plano exterior, el reinado de Felipe el Grande comenzó con una serie de ofensivas contra los protestantes holandeses en el marco de la Guerra de los Ochenta Años, iniciada durante el reinado de Felipe II, cosechando significativas victorias como la conquista de Breda por Ambrosio de Spínola o la defensa de Cádiz frente al desastroso ataque anglo-holandés. Para estas mismas fechas, 1625, Gustavo II Adolfo el Grande ya se había hecho con el control de toda Livonia y preparaba una nueva ofensiva hacia Prusia, bajo control polaco, que conquistó al año siguiente. En 1627 acuden en auxilio de la católica Polonia tropas del Sacro Imperio Romano Germánico, las cuales asedian la ciudad de Stralsund, aliada de Suecia. Aunque Polonia estaba vencida y se vio obligada a firmar la Paz de Altmark, cediendo a Suecia sus accesos al Báltico, los suecos se preparaban ya para implicarse definitivamente en la Guerra de los Treinta Años. Por su parte, en 1628, los españoles sufrían la desastrosa pérdida de la flota de Indias a manos del holandés Piet Heyn, quien se hacía con más de once millones de florines, que al cambio vendrían a ser una barbaridad de euros, céntimo arriba o abajo.

En 1629 el ejército imperial, al mando de Albrecht von Wallenstein, conquistaba Mecklemburgo, un estado protestante, y entraba en tromba por Jutlandia, obligando a la también protestante Dinamarca a rendirse. La supremacía sueca en el Báltico dependía de controlar y mantener territorios costeros demasiado cercanos a la zona de influencia imperial que estaba en expansión lo que, sumado al escenario de enfrentamiento religioso católico-protestante, abocaba a la guerra. Gustavo II Adolfo firmó un acuerdo con la católica Francia, más interesada en debilitar el eje hispano-imperial que en defender la fe verdadera. Mediante este pacto, el monarca sueco se comprometía a mantener un ejército permanente en suelo alemán a cambio de un cuantioso subsidio económico. Al año siguiente, el rey sueco desembarca con su ejército en Alemania, dispuesto a hacerse con el control de las cuencas de sus principales ríos.

Los ejércitos imperiales, ahora bajo mando del conde de Tilly, ya que Wallenstein cayó en desgracia, no pudieron frenar el avance sueco hacia el Oder e intentaron mantener el control de la cuenca del Elba capturando la ciudad de Magdeburgo, el principal bastión protestante de la zona, la cual fue saqueada siendo asesinado el ochenta por ciento de su población. Escarmentados por la escabechina, los príncipes protestantes alemanes se unieron bajo mando del rey sueco con el fin de presentar cara a las tropas imperiales. En la batalla Breitenfeld, en 1631, tenía lugar la mayor victoria militar sueca de toda su historia, siendo aplastado el confiado ejército imperial por el mejor dirigido y organizado ejército de Gustavo II Adolfo el Grande. El sur de Alemania se abría al avance sueco que prosiguió por el curso del Meno y el Rin. En la primavera de 1632 un nuevo ejército católico intentó frenar el avance sueco a su cruce por el río Lech, el resultado fue una nueva derrota y la muerte del mismísimo Tilly, demostrándose una vez más la superioridad táctica del rey sueco, quien ahora apuntaba directamente al Danubio.

El emperador Fernando II tuvo que llamar nuevamente al defenestrado Albrecht von Wallenstein para arreglar el desaguisado, el cual aplicó una estrategia conservadora eludiendo un enfrentamiento directo con los suecos y atacando a sus aliados protestantes, amenazando de ese modo las líneas de comunicación enemigas mientras se disponía a pasar el invierno acantonado.
Gustavo II Adolfo, lejos de jugar este juego, atacó el campamento imperial en pleno mes de noviembre de 1632, forzando la sangrienta batalla de Lutzen, en la cual encontró la muerte combatiendo en primera línea. Aunque los suecos se alzaron con la victoria, la eliminación de la figura irremplazable del monarca sueco debilitó considerablemente al bando protestante.

Zombies Run

No me he podido resistir a publicar esta noticia aunque ya está circulando por algunos blogs. Un curioso juego que nos invita a adentrarnos en un mundo lleno de zombies mientras hacemos deporte. Además el juego se convierte en cooperativo conforme más corredores de tu zona se van uniendo al reto.

Hay misiones, objetos que recoger, puntos a los que acceder para completar objetivos... vamos un conjunto bastante interesante que le da a la realidad aumentada y al rol en vivo una vuelta de tuerca que además nos ayuda a mantenernos en forma. Pero no tratéis de descargarlo del market aún porque no estará disponible hasta 2012. En la página http://www.zombiesrungame.com/ tenéis toda la información sobre el juego, espero que nos veamos por las calles corriendo con cara de pánico.


Grandes en guerra (I).

El siglo XVII europeo nos presenta a cuatro monarcas coetáneos que fueron conocidos por el apelativo de “el Grande”. Para acercarnos a sus reinados vamos a realizar un desarrollo cronológico del siglo, con el fin de analizar como fueron solapándose sus vidas.

Corría el año 1594 cuando nació en Estocolmo Gustavo Adolfo, hijo del por entonces duque Södermanland. Su padre resultó victorioso en el derrocamiento de su sobrino el rey Segismundo III, un ferviente católico y también soberano de Polonia, el cual se topó con la decidida oposición de los dirigentes protestantes suecos. El duque, coronado como Carlos IX, tuvo que hacer frente a una enconada guerra contra los católicos polacos, la cual se extendió a los escenarios bálticos de Rusia y Dinamarca.

El joven Gustavo Adolfo se crió en un ambiente militar, recibiendo instrucción de oficiales holandeses, no tenía Corte y gastaba muy poco en su persona. Con el tiempo representó el arquetipo de monarca-general que imitaron los reyes de Prusia. Mientras el joven príncipe aprendía las innovaciones técnicas impulsadas por Mauricio de Nassau, nacía en España, en 1605, el futuro Felipe IV. Pocos años después, en 1611, fallecía Carlos IX de Suecia, siendo coronado el nuevo rey con tan sólo diecisiete años. Gustavo II Adolfo heredaba una nación emergente sumida en una profunda crisis económica y con tres guerras abiertas. Lejos de amedrentarse, el joven monarca fue resolviendo de forma exitosa cada uno de los conflictos.

Mientras el grueso de las tropas suecas servía bajo mando de competentes generales en Rusia y se conseguía un respiro en el escenario polaco, el mismo Gustavo Adolfo se hacía cargo de la guerra contra Dinamarca recurriendo a tácticas de guerrilla. La Guerra de Kalmar tuvo un origen comercial ya que los suecos pretendían eludir el pago a los daneses por el paso a través del Estrecho del Sund, abriendo una nueva ruta comercial a través de Laponia. La estrategia empleada por el joven monarca sueco empantanó el conflicto y a los daneses empezó a salirles caro mantener sus tropas mercenarias, lo que unido a la intervención inglesa y holandesa, llevó al rey danés a aceptar la paz en 1613, mediante el Tratado de Knäred. A cambio de cesiones territoriales y compensaciones económicas, Gustavo II Adolfo consiguió paso franco por el Estrecho del Sund y liberar tropas para destinarlas a otros frentes.

Entre tanto, Rusia se encontraba en una caótica situación de interregno conocida como el Período Tumultuso, en la cual tanto polacos como suecos intentaban meter mano para ver quien colocaba a un zar afín en Moscú. En este escenario, el rey sueco postula en 1610 a su hermano como zar, estallando entonces la Guerra de Ingria. Mientras suecos y rusos se mataban unos a otros, en 1615, en España era nombrado gentilhombre de cámara del príncipe Felipe el conde de Olivares, de manos del valido de Felipe III, el duque de Lerma. En tan sólo siete años este ambicioso personaje ocuparía aquel puesto, anteponiéndose a otros candidatos de mejor posición y renombre, demostrando ya una gran habilidad política.

Entre tanto, en Rusia el general sueco Jacob De la Gardie sumaba varias victorias y tomaba importantes plazas forzando la firma del Tratado de Stolbovo, en 1617. A cambio de la devolución de Novgorod y el reconocimiento del zar Miguel I, los suecos consiguieron la cesión de los territorios rusos costeros al Báltico, perdiendo Rusia el acceso a dicho mar durante un siglo, hasta que se lo devolvió otro grande, Pedro I, de quien hablaremos a su debido tiempo. Gustavo II Adolfo, el León del Norte, cerraba así de forma brillante un segundo frente, ponía la primera piedra para el dominio sueco sobre el Báltico y podía por fin dirigir todos sus esfuerzos contra Polonia, dispuesto a acabar con la tercera guerra que había heredado.

Un año después, en 1618, estallaba la Revuelta de Bohemia, un conflicto local que se internacionalizó rápidamente y daría origen a la Guerra de los Treinta Años. El nuevo emperador Fernando II, un Habsburgo ultracatólico emparentado con los monarcas españoles, se encontró de mierda hasta el cuello con una revuelta protestante de la nobleza bohemia que cuestionaba su corona y le tenía hecho el Sacro Imperio Romano Germánico unos zorros. Como no podía con todo lo que se le venía encima, llamó a sus primos españoles quienes, tontos del culo, se pringaron en una guerra a nivel continental que dejó a España deslomada, especialmente a Castilla, y apeada de la supremacía europea. A lo largo de estos artículos iremos exponiendo el desarrollo del conflicto que implicó activamente la participación de hasta tres de nuestros “grandes” personajes.

Al mismo tiempo, mientras reunía y reforzaba su ejército, Gustavo II Adolfo de Suecia impulsaba importantes reformas internas en su país, demostrando una buena capacidad de gestión: se mejoraron tanto el sistema fiscal como el judicial; florecieron las explotaciones mineras y el comercio; se impulsó la construcción de nuevas ciudades e incluso la fundación de una colonia en Norteamérica, la futura Nueva Escocia; y se fomentó la educación, en especial la universitaria;. la política expansionista sobre las costas bálticas fue complementada con un ambicioso programa de construcción naval cuyo máximo exponente fue el malogrado Vasa.

Pero la actuación más determinante del monarca sueco a nivel interno fue la reordenación de la defensa nacional, debido a las implicaciones que sus acertadas medidas tuvieron en la creación y defensa del incipiente Imperio Sueco. De este modo, se llevó a cabo la creación de un ejército permanente y organizado, imponiendo un sistema de rotación en el servicio militar a las clases bajas. Se reformó todo el orden de batalla del ejército, formando la infantería en unidades más pequeñas y en filas con menos grosor, reforzando la potencia de fuego de los regimientos mediante el aumento de la proporción de mosqueteros y la mejora de sus armas, dotándolos incluso de pequeños cañones capaces de ser manejados por dos infantes. Así mismo, se impulsó el uso de la caballería como fuerza de choque directa, retomando la carga a la espada en detrimento del uso de desfasadas tácticas de caracola, a la vez que se mejoraban las piezas de artillería y su cadencia de disparo. Por su parte, la oficialía provenía de la nobleza sueca, alcanzándose un alto grado de profesionalidad.

Pese a todos los avances en el ejército nacional, Suecia basó, al igual que el resto de países de la época, la mayor parte de su capacidad militar en mercenarios. En este caso, principalmente escoceses y alemanes protestantes, los cuales fueron alistados a miles por el monarca. Tanto la contratación de mercenarios como el resto del aumento del gasto militar fue una carga muy pesada para las arcas de la Corona. El rey fracasó en su intento de aumentar la carga fiscal sobre los nobles, aumentando sólo la de las clases populares, permitiendo además que el ejército se dedicara al saqueo para subsistir, a la vez que buscaba ayuda internacional para obtener financiación, la cual vendría finalmente a través de la Francia de Richelieu. El país entró en una dinámica en la cual la guerra se convirtió en una verdadera industria nacional que necesitaba la existencia de guerras para mantenerse a flote.