Te levantas con el amanecer. Compruebas que los tuyos están vivos y sanos. Compruebas las reservas de agua y combustible. Compruebas la munición. Hueles que alguien cocina un desayuno ligero. Una pequeña patrulla hace la ronda y confirma que los accesos al edificio sigan estando seguros. Oteas los alrededores con los prismáticos para averiguar lo que ocurre en las calles.
De pronto, lo ves. Un coche de policía se aproxima por la avenida desierta, atravesando el seto de la mediana a volantazos. A mitad de distancia entre el coche y el edificio donde estás apostado, como surgidos de la nada, hay cuatro individuos armados que empujan un carrito de compra con víveres y bolsas de basura. Dos de ellos se apartan a los lados de la calle y disparan al vehículo cuando pasa. Éste pierde el control junto a uno de los accesos al edificio y se detiene contra una farola. Los agresores corren hacia el vehículo mientras el conductor abre el maletero y comienza a cargar armas y munición. Ordenas por radio al equipo bravo, en la planta baja, que abra la puerta y deje entrar al agente.
Minutos después, agotado y al borde del desmayo, el policía novel es llevado ante tí, se derrumba en una silla de oficina y exclama:
- ¡¡Ahí fuera es un zoo!!
[Son extractos novelizados que andan por ahí de un testimonio supuestamente real durante el desastre del Katrina, entresacado de aquí y aquí]
Es puro walking dead...
martes, 18 de enero de 2011
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1 comentario:
Lo del Katrina, de hecho, se ha quedado grabado en la cultura norteamericana. Las escenas tuvieron que ser totalmente post-ap.
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