Continuamos nuestro viaje a lo largo de la Historia en la búsqueda de aquellos personajes que fueron conocidos como “el Grande”, haciendo parada en el siglo XII. Comenzamos hablando de Ramón Berenguer III, Conde de Barcelona, quien se hizo cargo del condado a corta edad debido a la prematura muerte de su padre, Ramón Berenguer II, apodado Cabeza de Estopa. Este conde de melena rubia fue supuestamente asesinado por su hermano gemelo Berenguer Ramón II, quien para limpiar su nombre celebró una justa que no tuvo otra cosa que perder, ganándose así el apodo de el Fraticida. Se ve que no tuvo manera de quitarse ese sambenito pues partió a la Primera Cruzada y allí encontró la muerte, dejando a su joven sobrino al frente del condado, pero fuertemente controlado por la nobleza local.
Tras unos tímidos comienzos con algunas modestas incursiones en territorio musulmán, Ramón Berenguer III fue haciéndose con las riendas del condado y en 1114 organiza una cruzada contra la Taifa de Mallorca, nido de piratas, en la que colaboran algunas ciudades italianas. La toma de la isla fue un éxito que sin embargo no supo explotar el conde ya que no organizó la necesaria repoblación con cristianos. De este modo, cuando en 1116 tuvo que regresar a Barcelona para hacer frente a ataques de los almorávides, la isla volvió a caer bajo control musulmán.
Mejor gestión hizo Ramón Berenguer el Grande en la Península, absorbiendo mediante alianzas matrimoniales algunos condados limítrofes al de Barcelona, como los de Besalú y Cerdaña; fomentando la repoblación de Tarragona; y repartiéndose la Provenza con los condes de Tolosa. Como curiosidad, cabe destacar que estando próximo a la muerte, en 1131, promovió la entrada de la Orden del Temple en sus territorios, cediéndoles el castillo de Grañena y siendo investido como el primer caballero templario en la Península Ibérica.
Otro personaje que fue llamado el Grande fue Roberto I, conde de Dreux, de la dinastía de los Capeto. Fue hijo del rey francés Luis VI el Gordo y hermano de su sucesor Luis VII el Joven. Desconozco el motivo de que adquiriera tan rimbombante calificativo dado que no encuentro en su biografía prácticamente nada digno de mención. Participó en la Segunda Cruzada y el fiasco del sitio de Damasco junto a su hermano Luis, a quien se adelantó en su regreso de Tierra Santa para intentar arrebatarle el trono, cosa que fue impedida por el abad Suger, regente del reino. Su hermano no se lo tuvo que tener mucho en cuenta pues murió de viejo cuarenta años después.
Más interesante resulta la vida de Valdemar I el Grande, rey de Dinamarca, heredero al trono que no por ello accedió directamente al gobierno sino que tuvo que currarse bastante la cosa, como veréis a continuación. En 1146 el rey danés Erik III hizo algo realmente inverosímil: abdicó y se retiró a un monasterio. Si su antepasado Svend Barba Ahorquillada lo hubiera visto, le hubiera descuartizado y luego lo hubiera matado. Por ese orden. Erik era un gobernante débil (se ve que por aquella época tanto cristianismo y tanto feudalismo tenía a los vikingos algo amariconados) que decidió dejar el poder y dedicarse a la vida espiritual. Esta acción provocó el estallido de una guerra civil entre los tres posibles pretendientes al trono: Valdemar, Svend Grate y Canuto Magnussen. Los tres se proclamaron reyes de Dinamarca y se enfrentaron durante doce años de guerra fraticida, hasta que en 1157 alcanzaron una especie de acuerdo de co-regencia. Para celebrarlo, Svend invitó a los otros a un banquete en el que, oh, que sorpresa, intentó asesinarlos. Dio muerte a Canuto, pero se le escabulló Valdemar, quien se refugió en sus tierras reiniciando la contienda. Poco después se enfrentaron en el campo de batalla, resultando vencedor Valdemar y perdiendo la vida Svend.
Disfrutando por fin de la corona en solitario, Valdemar I impulsó la reconstrucción de sus dominios desgastados por tantos años de lucha intestina. Le ayudó en esta labor su amigo y hombre de confianza el obispo Absalón, quien además lo incitó a expandir las fronteras danesas invadiendo Pomerania y la isla Rügen. Las sólidas bases que esta pareja de líderes consolidó en Dinamarca dio plenamente sus frutos durante el reinado de sus sucesores Canuto VI y Valdemar II el Conquistador, alcanzando Dinamarca una situación de preeminencia en el Báltico en la transición del siglo XII al XIII.
Os quería poner un mapa de esta época, pero como no lo encuentro, os pongo una imagen de una descendiente directa de Valdemar, que igual os interesa más.
viernes, 18 de febrero de 2011
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2 comentarios:
Desde luego lo mejor la última foto ;), por curiosidad... ¿cómo sabes que la moza es descendiente directa de nuestro amigo Valdemar?
Es lo que tienen las ordalías, que tienes que asegurarte de amañarlas bien o se vuelven en tu contra y tiran tu reputación por los suelos.
Me congratula que esta serie pasee de vez en cuando por nuestro propio terruño. Que no se diga que no tuvimos también grandes, solo por lo que tengamos hoy en día.
Por ser pesado: me debes una continuación de cierta campaña de vikingos. Cada vez que salen en uno de estos artículos me lo recuerdas, maledetto.
A ver, Joe, francamente, ¿importa? La moza bien merece por sí sola figurar en el blog ;-P (y seguro que atrae alguna visita de algún despistado).
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