Vamos a concluir el análisis de los “grandes” personajes del siglo XIII hablando de Roger Bernardo II, conde de Foix, a quien sus paisanos dieron el calificativo de el Grande sin que por ello su vida haya tenido la relevancia histórica de los personajes que venimos tratando. Desde joven, Roger Bernardo participó en el convulso escenario del mediodía francés de comienzos del siglo XIII, donde confluyeron los intereses de la Corona de Aragón, los condes de Tolosa y los impetuosos Capetos franceses, con el trasfondo de la cruzada albigense, en un ambiente que ni pintado para una minicampaña histórica. Cuando tenga tiempo haré caso de la reiterada petición de Qrolpater para hacer unos artículos sobre cruzadas, que incluirán esta, en la cual se mezclaron como en ninguna otra, intereses políticos con excusas religiosas. Por concluir con Roger Bernardo II, sólo añadir que vio reducidos sus territorios en beneficio de la Corona Francesa, pero al menos mantuvo el condado, que ya es más de lo consiguieron los condes de Tolosa.
Entrando en el siglo XIV encontramos un grupo de tres personajes históricos a los cuales se les asignó el calificativo de “el Grande”, con la peculiaridad de que fueron parientes más o menos cercanos y gobernaron distintos países de Europa del Este. Comenzamos analizando al tío, Casimiro III el Grande, rey de Polonia, y último miembro masculino de la dinastía Piast. Su padre, Vladislao I el Breve, consiguió unificar los ducados polacos y proclamarse rey, pero fue Casimiro quien afianzó el reino y sus fronteras haciendo gala de una gran habilidad política y estratégica. Su reinado estuvo marcado por una sólida alianza con el Reino de Hungría que cristalizaría más adelante con la unión de ambos reinos.
El monarca polaco Vladislao I estableció las bases de este acercamiento entre ambos reinos, casando a su hija Isabel, hermana de Casimiro, con Carlos I Roberto de Hungría, perteneciente a una rama de la Casa Anjou. Aún siendo príncipe, en 1330, Casimiro viajó a la corte húngara, donde se vio envuelto en un lío de faldas con una noble húngara que finalizó trágicamente cuando el padre de la susodicha, Feliciano Zách, espada en mano, irrumpió en la Corte dispuesto a llevarse por delante al rey húngaro y a su familia, entre la que se encontraba su hijo el futuro Luis I, los cuales habían propiciado la deshonra de su casa. El intento de asesinato fue frustrado, aunque la infanta Isabel perdió algunos dedos bajo la espada de Zách. Por su parte, el noble húngaro, su hija deshonrada y alguno más de sus familiares más fueron brutalmente descuartizados y sus bienes repartidos para regocijo del resto de la nobleza.
En pocos años, a la muerte de los reyes de Polonia y Hungría, les suceden respectivamente Casimiro III y su sobrino Luis I. Casimiro consolidó y amplió las fronteras de su reino a costa de sus vecinos: repartió estopa contra lituanos y tártaros, a quienes arrebató amplios territorios hacia la Galitzia; forzó a la Orden Teutónica a firmar un tratado de paz por el que le cedieron varias plazas fronterizas; y acordó cesiones territoriales a Juan I de Bohemia a cambio de que renunciara a sus pretensiones sobre el trono polaco.
Posteriormente estalló un enfrentamiento con este monarca durante la cruzada bohemio-húngara contra los paganos lituanos, contando Casimiro con el apoyo de su sobrino Luis I en la pugna, pero dando al traste con la campaña.
En el ámbito interno, Casimiro III el Grande ordenó importantes actuaciones en diversos ámbitos, desde la fortificación de las fronteras hasta la creación de la primera Universidad polaca en Cracovia, pasando por importantes reformas legales.
Igualmente, promulgó legislación favorable a los campesinos y codificó el derecho consuetudinario del país. En los últimos años de su reinado Polonia actuaba como influyente potencia en el este de Europa, mediando en conflictos diplomáticos entre otras naciones. Como hecho anecdótico, Polonia fue el único país europeo que no se sumó a las acusaciones y expulsiones sobre el pueblo judío de propagar la peste negra, que en aquella época estaba asolando el continente.
Falleció a los sesenta años al caer de un caballo, y no teniendo hijos fue sucedido en el trono por su sobrino Luis I el Grande de Hungría, un “grande” de los que nos gustan, porque fue de esos que dio muchos palos, e incluso en primera línea de batalla. El potencial que suponía controlar ambos reinos le permitió disponer de una gran capacidad militar, con la que desplegó una incesante actividad bélica durante todo su reinado si bien más centrado en la misma Hungría que en Polonia, pero eso lo veremos en el próximo artículo.
domingo, 22 de mayo de 2011
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2 comentarios:
Me han gustado los dos castillos. El primero me recuerda a mi Exin Castillos de niño...
El primero es el de los condes de Foix y el segundo la Universidad de Cracovia.
Te adelanto que en el siguiente artículo, el castillo que saldrá es el de Visegrad, donde se movió la Corte húngara en aquella época.
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