“Desde
lo alto del altar, brillaron
dos
esferas gemelas dotadas de una
llama
verde pálida..., ¡y se movieron!
La
aguda y chirriante melodía de la flauta
se
elevó aún más, como si tratara de atraer
algo.
Los bailarines se entregaron a una serie
de
movimientos salvajes, con los brazos levantados
y las
cabezas echadas hacia atrás.
[……]
Aquel
rito horripilante estaba
a
punto de alcanzar su momento cumbre.
Lentamente,
con una ondulación que se
hinchaba
y se enroscaba sobre sí misma, el
gigantesco
gusano descendió, deslizándose
por
la piedra tosca de la más alta de las columnas.
Nadie
podría saber de qué grieta
desconocida
había podido surgir, pero la música
y el
movimiento frenético de los bailarines
le
habían hecho salir de su morada tenebrosa.
La
brillante babosa negra, de treinta metros
de
longitud, era como un deslizante río
de
légamo gélido. Dos ojos como discos brillaban
suavemente
por encima de la mandíbula
abierta,
de la que babeaba un líquido
corrompido
y nauseabundo. Aquella cosa deslizante
se
dirigía lentamente hacia el altar.
Estremecido
hasta lo más profundo de su
alma, [……] se preguntó cuántos miles de veces,
en
las largas eras del pasado, se habría
arrastrado
esta pesadilla putrefacta fuera de
su
hedionda guarida para descender hacia el
altar negro con la intención de... alimentarse.
[…..]
Y
allí, en lo más profundo de los ojos del monstruoso
gusano,
[……] vio algo que despertó un terror
primigenio
y petrificante en su propia alma,
un
terror como jamás había experimentado
ningún
otro hombre mortal; su carne se quedó
paralizada,
como si se encontrara sometido
de
pronto al soplido de un poderoso viento
helado
surgido de las profundidades de pesadilla
del
abismo negro de los infiernos cósmicos,
situados
más allá del espacio y del tiempo.
Porque
allí dentro, en los ardientes ojos
del
gusano monstruoso, brillaba una espantosa
inteligencia,
fría, solitaria y torturada más
allá de todo tormento que pudiera imaginarse.
[……]
Encerrar
un cerebro vivo en la prisión fétida
de
esta cosa fantasmal constituía una idea
que
sobrepasaba los efectos de diez mil infiernos.
A
este castigo eterno e inmortal
habían
condenado los dioses supremos a uno
de
los suyos, que debía de haber cometido
algún
crimen innombrable cuya maldad sobrepasaba
toda imaginación humana.
[……]”
2 comentarios:
Voy a caer y me voy a equivocar diciendo lo evidente: Lovecraft.
Correcto, no es Lovecraft.
Pero no le anda muy lejos, ahí van dos pistas:
1. El autor también escribía en la Weird Tales.
2. El personaje que se las tiene que ver con el gusano es un atlante.
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