Sondas espaciales y Súmer

El 5 de septiembre de 1977 se lanzó desde Cabo Cañaveral un cohete Titán que pondría en el espacio una de las misiones más complejas y con mayor éxito de la corta historia de la exploración espacial humana. Al igual que su hermana la Voyager 2 (lanzada 16 días antes) esta sonda tendría la misión de explorar los gigantes de nuestro Sistema Solar (Júpiter y Saturno) y nos brindó las primeras impresionantes imágenes de estos planetas.

Si queréis más información sobre estas sondas, que casi cuarenta años después siguen funcionando, y el estado actual de la misión la NASA tiene una página en la que nos brinda toda la información disponible, podéis visitarla en este enlace.

Pero lo que trae esta maravilla de la tecnología al blog es su misión secundaria. Aprovechando que en algún momento las sondas saldrían del sistema solar los responsables de la misión plantearon la improbable posibilidad de que una civilización extraterrestre encontrase la sonda.

Evidentemente los supuestos extraterrestres se preguntarían a sí mismos por el origen del curioso aparato alienígena. Y supuestamente pondrían a sus mejores mentes a trabajar en el problema así que en la NASA pensaron poner a un grupo de nuestras mejores mentes lideradas por una persona realmente excepcional: Carl Sagan.

La idea era enviar un disco de un material capaz de resistir el duro viaje a través de las estrellas y enviar un mensaje que además una mente lo suficientemente inteligente fuese capaz de desvelar. Sí, en el propio disco se adjuntan instrucciones para escuchar las grabaciones, y además la información sobre el origen de la nave que lo porta.

En el disco se incluyen grabaciones con sonidos de la tierra: olas, animales...; composiciones famosas de Beethoven, Stravinsky, Chuck Berry...; y además saludos en 55 idiomas humanos.

Tal vez lo más interesante es que el equipo liderado por Sagan optó por incluír cinco idiomas antiguos: Acadio, Griego Antiguo, Hitita, Latín y Sumerio. Así que uno de los hitos más importantes de nuestra tecnología lleva, aunque sea una minúscula parte, de una de las primeras civilizaciones humanas. Seguro que cualquier escriba de Ur no se podría imaginar que su idioma acabaría surcando las estrellas.