Preparando un examen hace varias semanas, me encontré con una grata sorpresa. Uno de los personajes históricos que estudiaba tenía un apodo sencillamente genial: “kingmaker”, el hacedor de reyes. Me acordé inevitablemente del juego de mesa que conocemos desde hace años, y comprobé con agrado que el mismo tiene un fundamento histórico sólido, sin perder jugabilidad, y que lo larga y cambiante que en ocasiones puede convertirse alguna partida quizás no es más que un reflejo acertado del embrollo político que tuvo que suponer la Guerra de las Dos Rosas. He preparado un resumen de aquél conflicto para que podáis imaginar el lío que tuvo que montarse en Inglaterra en aquella época y que, sin duda, pide a gritos una campaña de rol como dios manda. El argumento es inmejorable:
A partir de 1455, la enfermedad y debilidad de Enrique VI provoca una crisis sucesoria y el enfrentamiento entre las casas Lancaster y York, cuyos escudos nobiliarios incluyen sendas rosas de distinto color, roja y blanca respectivamente. Entre 1455-1460 se alternan las victorias militares entre ambos bandos, hasta la victoria decisiva, en 1460, de la casa York, en la batalla de Northampton. Tras ella se firma el Acta de Acuerdo mediante la cual Ricardo de York es nombrado sucesor de Enrique VI. Sin embargo, a finales de ese mismo año los Lancaster consiguen la victoria en la batalla de Wakefield, donde dan muerte a Ricardo de York.
A partir de 1461 comienza la intervención decisiva del influyente Ricardo Neville, conde de Warick, quien es el hombre más rico de Inglaterra y pronto se gana el apodo de “kingmaker”. Mediante maniobras políticas, el conde Warick consigue la coronación como rey de Eduardo IV de York, quien afianza su situación con la victoria en la batalla de Towton. Sin embargo, el nuevo rey intenta obtener la independencia patrimonial y política de Warick concertando un matrimonio secreto. Ante esta actuación, Warick se rebela con el apoyo de Jorge, Duque de Clarence y hermano del rey, a quien derrocan, restituyendo en el trono a Enrique VI. La oposición nobiliaria al gobierno de Warick lleva a éste a reconciliarse con Eduardo IV, a quien nuevamente repone en el trono.
En 1470 vuelve a producirse un nuevo enfrentamiento entre el conde y el rey, triunfando los rebeldes con apoyo francés y debiendo huir Eduardo a Borgoña donde recaba apoyos. Eduardo regresa a Inglaterra con apoyo borgoñés y de su hermano Jorge, venciendo en la batalla de Barnet, donde muere el conde de Warick. En 1471, vence nuevamente Eduardo a la última resistencia de la casa Lancaster en la batalla de Tewkesbury. Asentado en el poder, Eduardo IV ordena el asesinato de Enrique VI, de su hijo, y de su hermano Jorge. Tras el fallecimiento de Eduardo IV, su hermano Ricardo III ordena la ejecución de los hijos presuntamente bastardos de su hermano, y se hace con el poder. Enrique Tudor, un descendiente ilegítimo de la casa Lancaster, se rebela contra Ricardo, al que vence en la batalla de Bosworth, en 1485, donde el rey fallece (Shakespeare - Ricardo III: “mi reino por un caballo”). Enrique Tudor, coronado como Enrique VII, se casa con Isabel, hija de Eduardo IV, procediendo con ello a la unión de las casas Lancaster y York, dando inicio a la dinastía Tudor, cuyo escudo nobiliario incluye una rosa bicolor roja-blanca.
Para colmo, viene el bueno de George R.R. Martin y saca su saga de Canción de Hielo y Fuego con un trasfondo evidente en este conflicto, reutilizando datos históricos para estructurar una estupenda serie de fantasía. Ante esto propongo tres actuaciones: echarnos una partidita de Kingmaker a la salud de Warick; montar una agresiva plataforma-internacional-friki de presión para que Martin publique de una vez su quinto libro; y de forma paralela iniciar un acercamiento rolero inmediato a la Guerra de las Dos Rosas. El Kingmaker lo merece.
martes, 29 de junio de 2010
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2 comentarios:
Magnífica entrada, respecto a lo del GRRM, si te pasas por su página de facebook verás la presión que tiene de la gente. Yo creo que está más centrado en la serie de TV que en finalizar la saga así que me apuesto una partida de post-apocalipsis contra una de vikingos a que muere antes de acabar.
Maldito gordo barbudo y su malavida... seguro que nos da el disgusto antes de tiempo.
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