jueves, 11 de agosto de 2011

Grandes del siglo XV, de este a oeste (II).

Continuamos nuestro paseo por el siglo XV en busca de nuevos “grandes” personajes y para ello tenemos que desplazarnos a Moldavia, un estado creado un siglo antes por el húngaro Luis el Grande, para hacer de tapón frente a los otomanos. Por estas fechas el principado ya era independiente de Hungría pero seguía comiéndose el marrón de tener frontera con los turcos. En 1457 Esteban III de Moldavia se convirtió en príncipe de Moldavia, gracias al apoyo prestado por un vecino llamado Vlad Tepes, conocido también como Vlad III, Vlad el Empalador o Vlad Draculea. Aunque Esteban fue una persona más religiosa y culta que Vlad, dedicó también su vida a la guerra, saliendo victorioso en 34 de las 36 batallas en que participó, destacando entre ellas la batalla de Vaslui, en la que los moldavos vencieron de forma aplastante a un ejército otomano superior en número, frenando por unos años la expansión de Mehmed II el Conquistador por Europa. Sin embargo las victorias militares no eran suficientes para parar la marea turca y Esteban buscó el apoyo cristiano, el cual brilló por su ausencia. Tanto polacos como húngaros intentaron sacar tajada de la presión de su frontera sur y realizaron movimientos agresivos por el norte con el fin de anexionarse Moldavia, que se vio así rodeada de enemigos. Finalmente, tras años de lucha, el líder moldavo tuvo que tragarse un acuerdo de vasallaje con los turcos que perduraría tres siglos. Gran defensor del Cristianismo, Esteban el Grande fue santificado y es recordado como un icono de virtudes en Rumanía.

Algo más al norte, en territorio checo, encontramos a otro “grande”, en esta ocasión un general husita llamado Procopio. Los husitas surgieron en Bohemia durante el siglo XV y toman su nombre del teólogo Jan Hus. Fueron, según el cristal con que se mire, unos herejes descarriados o un movimiento reformador de la Iglesia, inspirador del posterior Luteranismo. A su vez, los husitas se desdoblaron en dos facciones, utraquistas moderados y taboristas radicales, provocando estos últimos las llamadas Guerras Husitas al no aceptar el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico sus exigencias. Los taboristas infligieron numerosas derrotas a las tropas alemanas de manos de su líder Jan Žižka, quien sin embargo no puedo vencer a la peste, siendo sucedido en el liderazgo del ejército husita por Andreas Procopio, conocido como el Calvo y también como el Grande. Este antiguo sacerdote de tendencia utraquista se convirtió en un importante líder militar taborista, infringiendo a los ejércitos del emperador Segismundo varias derrotas contundentes.

Las continuas victorias militares husitas sobre las tropas alemanas tienen gran parte de su justificación en las novedades que implementaron en su ejército. Žižka y Procopio sometieron a sus tropas a una férrea disciplina y a un intenso programa de formación y perfeccionamiento, que convirtió a la milicia bohemia en un ejército propiamente dicho. Un hecho novedoso fue el uso masivo de las nuevas armas de fuego individuales, los arcabuces, con el fin de frenar las cargas de los nobles protegidos con sus gruesas corazas. Este revolucionario uso de las armas de fuego fue combinado con el original desarrollo de carros defensivos, reforzados con madera y hierro y dotados con aspilleras de tiro; a la vez que se usó artillería contra la infantería, dejando atrás su desfasado uso exclusivo para asedios. La estrategia husita consistía en meterse en territorio enemigo a saquear, asaltar ciudades y tocar los güevos hasta que los alemanes reunían un ejército en la zona y se lanzaban contra ellos, en cuyo momento los bohemios cerraban un cuadrado de carros y esperaban que los alemanes se fueran estrellando contra él.

Pese a ser capaces de frenar hasta tres cruzadas católicas, los generales taboristas no supieron aprovechar sus éxitos militares políticamente y la victoria final fue para el otro bando. La Iglesia, el emperador Segismundo y la nobleza bohemia, tanto católica como utraquista, llegaron finalmente a un acuerdo de paz que ponía fin a las Guerras Husitas, a costa entre otras cosas de dejar en la cuenta a los taboristas. Procopio el Grande falleció en el campo de batalla de Lipany, derrotado frente a un cuadro de carros de tropas bohemias moderadas, liderando una infructuosa respuesta militar ante estos acuerdos.

2 comentarios:

Joe Peres dijo...

Me ha encantado el 'carro blindado'

uno de tantos dijo...

¿Recuerdas que te pedí información sobre unas cruzadas en el centro de Europa hace un tiempo y que me habían parecido muy interesantes pero no recordaba el nombre? Pues eran estas.

@Joe: ¿los carros te han llamado la atención? ¿y el protocomunismo democrático no te ha llamado más la atención?