viernes, 16 de julio de 2010

La segunda parte de 300

Desconozco si finalmente Zack Zinder va a montar o no la segunda parte de su película 300, pero me gustaría poneros un poco en antecedentes de lo que contaría esa película.
Nos encontramos en plena Segunda Guerra Médica, verano del 479 a.C. Hace poco más de diez años, los griegos ya le dieron un buen rapapolvo a los persas en las playas de Maratón, y salieron victoriosos en el primer enfrentamiento contra el mayor imperio de la época. Ahora los persas buscan desquitarse arrasando, como quien no quiere la cosa, todos los territorios griegos, salvo los de aquellas polis dóciles que se someten a su poder.
Jerjes somete a las polis griegas de Asia Menor, cruza el Helesponto y avanza desde el norte, invadiendo Grecia con una superioridad numérica aplastante. Tras masacrar el contingente griego que intentó retrasarlos en las Termópilas, los persas asolan el Ática y saquean Atenas. Lejos de rendirse, los griegos deciden continuar la lucha, replegándose hacia el Peloponeso y plantando cara a los persas tanto en mar como en tierra.
En los estrechos cercanos a la isla de Salamina los griegos inflingen a los persas una aplastante derrota naval. Jerjes decide entonces dividir su gran ejército en dos, dejando una parte en Tracia y Macedonia, controlando sus conquistas del norte, mientras que deja otra parte de su ejército al mando de Mardonio más al sur, en Tesalia, encargada de controlar el Ática y finalizar la conquista del Peloponeso.
Los atenienses rehúsan las ofertas de paz persas y exigen a los espartanos que se unan a ellos y el resto de sus aliados. Las fuerzas griegas se unen y avanzan hasta las laderas del monte Citerón, donde esperan derrotar al ejército persa que los dobla en efectivos. Los espartanos se sitúan en el ala derecha, los atenienses a la izquierda y sus aliados griegos cubren el centro. Frente a ellos se sitúa el ejército enemigo, los persas frente a los espartanos, su centro lo cubren aliados asiáticos y su derecha los beocios, enfrentados a los atenienses. En los inicios de la batalla, que según Herodoto dura varios días, los persas estrellan su caballería contra las falanges griegas bien posicionadas en terreno abrupto. Esta victoria sobre la caballería asiática y la carencia de un suministro adecuado de agua, agravada por el asalto de las líneas de abastecimiento griegas por parte de los persas, decidió a los atenienses a iniciar un repliegue nocturno hacia la llanura de Platea. La descoordinación entre los aliados griegos durante el repliegue deja algo dispersas sus tropas, momento que es aprovechado por el general persa para lanzar un ataque frontal.
Los persas cargan con el grueso de su ejército contra el ahora aislado flanco de los espartanos, quienes liderados por Pausanias, deseosos de vengar la reciente muerte de su rey Leónidas y encantados de enfrentarse a la infantería ligera persa, no sólo desbarataron el ataque sino que contraatacaron dando muerte al mismísimo general enemigo, Mardonio. En el otro flanco, los atenienses realizaron una contramarcha enfrentándose al resto del ejército enemigo, venciéndolo. Cuando se propagó la noticia de la muerte de Mardonio, el caos y el desorden cundió entre las filas de los persas, que dieron por perdida la batalla. Los griegos saquearon el campamento persa, entregando el botín a los sacerdotes del Oráculo de Delfos, esos mismos que tan sólo un par de años antes recomendaban neutralidad o sumisión frente a la invasión persa.
Poco después de esta victoria, la marina ateniense volvió a derrotar a los persas en Mícala, iniciando la fase final de la guerra con el contraataque griego y el repliegue persa hacia Asia Menor. Algunos autores consideran Platea el punto de inflexión en la contienda, afirmando que la victoria persa hubiera supuesto la orientalización de Grecia, en la cual no hubieran podido forjarse las bases de la futura civilización occidental. Eso nunca lo sabremos, lo que sí parece seguro es que allí murieron muchos miles de personas en lo que tuvo que ser una batalla épica digna de una buena partida de rol histórico.
Las Guerras Médicas afianzaron un sentimiento de unificación cultural helénica frente a la cultura oriental persa, sin embargo dicha unificación no fue política ya que poco después la polarización del poder griego entre los bloques ateniense y espartano llevó al estallido de la Guerra del Peloponeso. Pero esa es otra historia.

2 comentarios:

Joe Peres dijo...

Muy buena historia, que la verdad es que desconocía completamente. ¿Para cuándo nos deleitarás con estas partidas?

Qrol Pater dijo...

Quiero romper una lanza a favor de Jerjes. La visión occidentalocentrista que heredamos culturalmente (contaminada por ciertos prejuicios griegos y judíos) nos hace ver la historia de forma muy particular.

Los atenienses se partieron el culo por defender a los atenienses que, a la larga, les darían por el mismo a los mismos espartanos (cosas de griegos, ya se entiende). No hay más que ver como en Tesalia les dejaron el marrón de enfrentarse al ala persa. Sin mentar como lo agradecieron luego en la citada Guerra del Peloponeso.

Con la hazaña de Termópilas los espartanos preservaron no una democracia como la conocemos hoy en día, sino una "plutocracia parlamentaria" con aires de protohumanismo mezclado con charlatanismo místico.

Los pueblos "dominados" por Jerjes por entonces eran integrados en un gran imperio cosmopolita y tecnológicamente avanzado (como demuestra la hazaña de ingeniería que supuso el cruce del Helesponto con el primer gran puente de "pontones" conocido en la historia, o la de logística para movilizar y avituallar el colosal ejército desplazado). Jerjes era un gran negociador y atrajo a su causa a media Grecia (Tesalia, Macedonia, Tebas y Argos) a la par que logró la neutralidad de Cartago. Y todo para castigar a los atenienses que años antes habían promovido revueltas desestabilizadoras en los territorios persas... terroristas subversivos los llamaríamos hoy.

No diré que no tuviese sus cosillas reprobables, aunque no más que cualquier otro gran reinado de la época. De ahí a la imagen de depravación de la peli, un abismo de ignorancia que nos inculcan desde los media.

Los persas estaban ahí antes de que se formasen las polis griegas y aún hoy son un pueblo importante disperso entre distintas "naciones" modernas contaminadas por "ideologías" o religiones igualmente "modernas" desde el punto de vista de su tradición milenaria.

Efectivamente no podemos imaginar como hubiese sido esa orientalización, pero no por ello había de ser necesariamente peor. Ni mejor. Habría sido distinta.