viernes, 10 de septiembre de 2010

Manual Ilustrado para Jovencitas (II)

Ya hice algunos comentarios sobre la novela conforme se me iban ocurriendo al leerla.

Ahora que la he terminado añadiré algunas otras cuestiones que quedaron pendientes o se me han ido ocurriendo al seguir con la trama.

Stephenson se me antoja un friki de la historia como nosotros. Sus novelas están repletas de referencias, cuando no adaptaciones de hechos históricos a una ambientación futurista. Es un recurso muy viejo de la narrativa ci-fi, pero no por ello menos eficaz cuando se hace bien. Al final parece que todo el mundo hace novela pseudohistórica -tan de moda hoy en día- de un modo u otro. Me percaté de esto leyendo la saga de Gor hace muchísimos años y desde entonces me ha parecido un instrumento muy socorrido en ci-fi a la par que insufrible en otros campos. Aquí el autor consigue hacer guiños que adulan la culturilla del lector y además obtiene hechos humanamente creíbles por si mismos, dado que realmente ocurrieron entre las personas de un cierto momento.

¿Imagen de neovictoriana cyberpunk?

No, no voy a desvelar en qué consisten esos guiños, aunque en cuanto uno empieza a leer donde transcurren los hechos puede adivinar claramente el periodo histórico que emula. También utiliza terminología clásica para definir elementos del futuro, como cuando se refiere a los hoplitas como los efectivos de infantería pesada del futuro. Todos los frikis tenemos la imagen de un "mecha" en la cabeza que encaje con la descripción que nos da, pero en ningún momento lo llama así, ni siquiera creo que hable de servoarmaduras de combate ni exoesqueletos de batalla. Pero llegado el momento los usa y los describe desde un punto de vista muy interesante. Aprovecha así el imaginario colectivo y deja que nuestra propia mente rellene el hueco: magistral. Como esa filigrana, hay un montón más en el libro que lo hacen recomendable y entretenido.

Ahora bien, sigue sin convencerme su ritmo, al igual que en SnowCrash. No sabría decir con claridad cuando se producen las transiciones -posiblemente influya el estar redactado con estructura de best-seller con alternancia entre historias paralelas confluyentes- entre la presentación y el nudo. Es todo como una vertiginosa carrera de fondo por montar la escena, un apasionante aporte de datos que construye un intrincado mundo con sus conspiraciones e intrigas, que de repente, se transforma en un desenlace demasiado súbito.

Ojo, que es admirable el trabajo de ambientación que realiza. Plantear todo un mundo, tan complejo y con tanta minuciosidad, y en el que la tecnología puntera tiene una honda repercusión socioeconómica, requiere de muchas explicaciones que a su vez exigen un alto grado de maestría literaria para poder condensarlo en una sola novela. De hecho, pienso que ese es a la vez el mérito y el problema. Casi toda la extensión de sus libros los necesita para introducirnos en el ambiente que recrea y que servirá para dar sentido a la trama, pero la trama de por sí no es el elemento más significativo de la novela, paradójicamente. En parte la propia ambientación es como un personaje principal más.

Así, si lo que queremos es hacer un viaje por un futuro ¿probable? y ligeramente distópico, a la par que muy ingenioso, las novelas de Stephenson son estupendas: pintorescas, ilustrativas, ricas en conceptos interesantes sobre los que reflexionar y divertidas por todo ello. Pero si queremos que sea la trama la que nos entretenga, nos dejará un sabor agridulce. En Stephenson es como si el argumento sirviese de eje para exponer sus floridos mundos, son como cuentos extensos. Lo cual, insisto, no es nada malo.

Ni siquiera la separación forzada que realiza dividiéndo el libro en dos partes me convence, puesto que refleja más una necesidad estilística para marcar el paso de un lapso prolongado de tiempo en la propia historia que una cambio real de fase de desarrollo.

Así nos volvemos a encontrar que la historia se completa en unas últimas páginas, a mi gusto escuetas y casi de corrido. Esto, en una novela tan plagada de matices y detalles -solo de lejos he comentado mas que algunos niveles de su complejidad- es un tanto frustrante por quedar inconclusos muchos flecos. Básicamente acabas diciendo "Quiero más".

Por otra parte, y para terminar siendo positivo, la novela vuelve a estar plagada de personajes secundarios carismáticos: el Doctor X, el condestable Moore, el Magistrado, etc... que me vuelven a resultar casi más interesantes que los protagonistas. John Percival Hackworth tiene su puntito, pero no logra transmitir la personalidad de su antagonista ni el encanto del condestable. Nell simplemente no conecta conmigo. Con Cari Hollywood hace una oportuna reestructuración del personaje a media novela, un vuelco oportuno que lo rescatará como individuo interesante. Me ha recordado a los giros de punto de vista que el "maldito vago gordo cabrón" hace por ejemplo con Jaime Lannister aunque menos dramático -simplemente cobra un protagonismo insospechado. Quiero hipotetizar que ese peso final tal vez estuviese planeado para Hackworth, pero en un momento se hacía incompatible con su propia evolución y por eso el relevo de protagonismo. En conjunto unos personajes creíbles y simpáticos.

Sin olvidar que los grandes protagonistas son la idea de la de la educación, como decía en la anterior entrega, y la nanotecnología en sí. Porque La Era del Diamante se convierte en un ameno manual introductorio a los conceptos básicos de esta disciplina del futuro. Divertido y educativo, como un juguete Comanci.

PS.- El colmo del frikismo: leer un libro que versa sobre otro libro de tecnología puntera en un lector de libros-e de última generación. Le da un "je ne sais quoi" :P

2 comentarios:

Joe Peres dijo...

Me ha gustado la entrada, de hecho ya tenía apuntado este libro en mi lista de to-read desde que nos lo recomendó Guille.

Muy buenos los artworks que referencias. Una ambientación muy chula.

Joe Peres dijo...

Pues ya me lo he acabado, probablemente sea de los últimos libros que lea en papel por eso de mi última adquisición. La verdad es que es bastante recomendable sobre todo porque ahonda en la que debería ser una de las principales preocupaciones de todas las sociedades: la educación.