lunes, 4 de enero de 2010

El sueño

La jaula estaba vacía. Todos los que la habían ocupado estaban muertos, los gritos de sufrimiento no dejaban lugar a dudas. No es que le importara morir, ya había cometido suficientes pecados como para asegurarse un puesto de honor en el infierno, lo que no deseaba era hacerlo de aquel modo.

La puerta de la jaula se abrió y un carcelero le indicó que era su turno, lo habían dejado en último lugar. El plato fuerte del espectáculo. Miró a su alrededor y vio a los pelones tatuados que le escupían y gritaban mientras se emborrachaban y drogaban. Hoy sería un día que no olvidarían fácilmente.

Al llegar a la arena observó el panel de las apuestas, estaban 27 a 1 en su contra. No era difícil adivinar el motivo, el sanguinario al que se enfrentaría ya había matado, y devorado, a cinco hombres y nadie apostaría a que él no se convertiría en el sexto. La costumbre era que el oficial al mando apostara por el prisionero, era una forma de darles el gusto a la tropa. Desde la arena lo miró y pensó.

  • Hoy te voy a hacer rico, maldito franchute pelón.

Decidió observar al sanguinario y evaluar sus posibilidades: el bicho era más grande, más fuerte y más rápido; pero llevaba ya cinco combates contra hombres que sabían que se jugaban la vida por lo que ya se le veía cansado y con algunas magulladuras, le dolía el brazo izquierdo y tenía el ojo derecho visiblemente hinchado, pero aún así seguía siendo un oponente terrible.

Abrieron la jaula del sanguinario y lo azuzaron a la arena. El maldito bicho se movía rápido, pero cojeaba claramente. Les demostraría que había sido un error dejarlo para el final.

El bicho se acercaba y él se movía en círculo, dejando espacio entre ambos, controlándolo, casándolo. Parecía que todo iba bien, pero en ése momento su mirada se cruzó con la de su oponente. No podía creerlo pero en el rojo de su iris vio un destello de inteligencia. Se dio rápidamente cuenta de que no era él quien había estado controlando la situación.

En ése momento el sanguinario saltó con fuerza y velocidad hacia él. Al principio de la noche ahí habría terminado el combate, pero a la pobre bestia le dolía la pierna y el salto salió desviado. En lugar de impactar con sus dos garras en su víctima sólo rozó con una el rostro de su oponente. Lo suficiente para dejarle tres profundas marcas sangrantes en la cara, pero sin afectarle a ningún órgano vital.

Ignorando el dolor de su cabeza con un rápido movimiento ganó el flanco derecho de su enemigo. Capturó su brazo sano y se lo luxó por el hombro, se lo podría haber arrancado de cuajo con algo más de tiempo, pero la bestia, ya sólo con el dolorido brazo izquierdo, se revolvió y lo lanzó al suelo.

Los pelones no se podían creer el espectáculo que estaban viendo. Aullaban, maldecían e insultaban. Al sanguinario casi le habían arrancado un brazo y el prisionero sólo tenía unos arañazos en la cara. Ya no estaba tan claro quién ganaría la pelea. La rabia de la bestia era incontenible, jamás se había enfrentado a nada que le plantase cara demasiado tiempo y su sed de sangre aumentaba por momentos. Un golpe, otro, un salto, la que parecía otra víctima fácil se escurría una y otra vez. Una de las veces le propinó un duro golpe en el ojo sano que casi se lo saca de la cuenca.

El sanguinario casi ciego, cansado y confuso notó una presión en el cuello, unas duras manos lo asfixiaban, todo se oscurecía y notó como caía mientras saboreaba su propia sangre.

El prisionero sabía que no tenía mucho tiempo. Para asombro de los cabeza huevo desgajó el brazo derecho del sanguinario y lo utilizó para matar a los guardias que habían bajado a la arena para capturarlo, la verdad es que estaban tan drogados que no resultaron ningún problema, después... correr hacia el infinito...

Joe se despertó sudando, después de tantos años seguía soñando de vez en cuando con el día de su huida, aún hoy recordaba ésos días, pero su venganza no estaba lejana.

Se levantó de la cama y, como aquel día, evaluó sus posibilidades. No había podido capturar al ingeniero, lo cual era un serio contratiempo. No solo porque no podría tener listas las máquinas a tiempo, si no porque seguiría ayudando a los nazis a armarse más y mejor, ¿qué tecnologías podría proporcionarles? ¿Qué recursos tendría disponibles en el refugio que habían localizado?

Sabía que tenía que hacer algo ya. Sabía que la única solución era localizar el refugio...

1 comentario:

uno de tantos dijo...

¡Más más más! Queremos más.

Jejeje

Vaya, parece que Joe no nos había contado exactamente como fue su encuentro con el Sanguinario...

Vale, ahora tengo curiosidad por ver si en la base hay algún foso de lucha...